Caes como un manto invisible, como un cielo desplegado, abrigando lo que se percibe, llegando a cada costado de mi soledad.

Nube de brillos hay en la sensibilidad de tu mirar, en la agresividad de tu iris y en el equilibrio de tu pupila. Una hoja que incita ser escrita, que el viento mueve, que el sol admira, que el aire va llenándose de sus ideas. Desparramadas bromas risueñas danzando de su sonrisa van cambiando el tiempo de la conciencia nueva y conocida.

Tu figura de abrazo felino. Temor sútil, fuego amoroso en tus agudas garras, gestos y calor como humo de tu piel, que llama, que murmulla, que me busca en tan acertado ronroneo. Va crepitando, vas avanzando por la selva de nuestras mentes. Yo convertido en árbol, tú en humana que sabe. Me hace creer en la inteligencia y en lo absurdo. ¿Por qué te subes en mí y miras a tu alrededor?

Me abrazas otra vez y creo en nuestro temor, en este manto invisible que se enfría para abrigar tan, tan cariñosamente.