No lo creas
Habíamos decidido limpiar, uno a uno, los recuerdos
Fue una tarea de conjunto, una acción colectiva,
Las pompas de jabón inundaron la casa, el patio, las macetas
Alacenas y muebles se cubrieron de espuma,
Debajo de las camas invadió un mar de burbujas cristalinas
Brillos tornasolados, superficies redondas trepaban las paredes
Cosquilleos graciosos en la nariz, el pelo, los ojos pestañaban,
Las manos no alcanzaban para atrapar la vida fugaz de las esferas,
Y estallaron las risas, frenesí incontrolable, locura momentánea
Y nos volvimos bellos, alegres, mutación indolora en medio de la fiesta.
Recuerdo, como fueron pasando los días y las noches,
En los atardeceres saborear los restos del trabajo febril de aquellas horas,
Te veo a vos, por ejemplo, sentado con la copa de vino, como soñando,
Y me veo a mi misma, con los ojos brillantes, seguir con la tarea de la higiene,
Llegar a casa con la vos cantarina y agilizar los pies con el deseo de envolver a los otros del infinito encantamiento.
Una mañana me dijiste, “es posible lograr la felicidad cuando se quiere”,
Sin contestar miré por la ventana y descubrí las plantas del jardín, agonizando.
Una noche, sentados alrededor de la mesa, al final de la comida
En esas charlas que quieren evitarse, estábamos tres de los cinco,
vos todavía no habías llegado, los velos del engaño se fueron entreabiendo
y observé el menor, con su silencio, atendiendo a los rostros y los gestos
y miré al mayor de los varones, los ojos grandes y negros, tan sombríos,
tan tristes, tan hermosos, “nada ha cambiado”, sonoridad de sentencia las palabras
“las cosas no se arreglan con parches, no lo creas...”
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