Tus ojos no solo reflejan dulzura, sino la retención del tiempo, la pureza simplificada, el adormecimiento de la belleza, el aire celestial que inspira confianza. Son dos ventanas que indican caminos tiernos, adormecedores, frágiles, por donde podemos salvar muchos derroteros. Agua cristalina que se retiene y se esparce por todo mi cuerpo para llenarme de ternura. Tus ojos atraviesan mi alma y me siento transportado a un mundo del que no quisiera salir, porque estoy inundado de mucha fantasía, muchos colores que nacen de mis pies y se pierden en el infinito. Y entonces elevo las manos y el azul del cielo se confunde con el azul de las aguas y creo ver la pureza de la vida. Estos ojos ven más allá de lo que nosotros vemos: son los ojos del alma.
Cuando sonríes me olvido del tiempo y me alegro de poder admirar la belleza de tu sonrisa. Me emociono al darme cuenta que compartes con nosotros tu alegría adornada con esos ojos cautivadores y esa mirada penetrante, dulce, encantadora; por tus ojos puedo conocer tu espíritu. Tú no necesitas hablar… tus ojos y tu sonrisa lo dicen todo.