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Inicio / Cuenteros Locales / Miriam666 / El Regalo (Reto literatura fantástica IV)

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La tragedia empezó mucho antes del crimen, empezó cuando vi el reloj de cucú.

Quería hacerle un regalo a mi novia. Recorrí muchas tiendas y no me decidía por nada hasta que me atrajo la música de un anticuario, entré y vi a un hombre tocando el piano.

- Buenos días. Mire tranquilo.

- Buenos días… gracias…

El hombre volvió a su piano y yo busqué hasta que encontré el reloj. Mientras lo estaba viendo de cerca, el piano dejó de sonar

- En un par de minutos van a ser las doce. Aguarde y verá el reloj en acción.

- Gracias, creo que lo llevaré, me gusta mucho.

No quería perderme el instante en que la ventana se abre y aparece el pajarillo anunciando el comienzo de una nueva hora o la muerte de la anterior. Lo que vi fue algo inexplicable. La ventana se abrió, salieron dos pajarillos con sus picos abiertos, con sangre en las lenguas y no decían cucú, sino el nombre de mi novia. Grité, me sobresalté, tiré algunas cosas, me caí y salí corriendo mientras el dueño gritaba algo que no alcancé a escuchar.

Corrí varias cuadras para sacudirme la imagen terrible. Cuando estuve más calmado empecé a buscar otro regalo. Vi unos peces rojos que brillaban con el movimiento. Me centré en sus bocas que parecían querer decir algo, era como si pronunciaran un nombre en cámara lenta. Desistí porque mi novia tiene un gato y temí que… en fin, nada de lo que pensé en ese momento supera lo que ocurrió.

Al mediodía fui a almorzar con ella y al llegar espié por la ranura de la puerta. Es cierto lo que dicen los testigos, pero no puedo explicar porque hice eso, fue un impulso, me arrodillé y quise ver toda la casa por una ranura, verla a ella como un pez dentro de una pecera y adivinar sus pensamientos a solas. Al poco tiempo almorzamos ligeramente porque debíamos volver a nuestros trabajos. Quedamos en vernos a la hora de la cena. Al salir, cerré la puerta y volví a espiar y vi, juro que vi, que las paredes sudaban y los mosaicos de los pisos se abrían como las bocas de los peces rojos. Me asusté y abrí la puerta violentamente, entré y mi novia estaba limpiando la mesa, todo era normal.

Limpié mis cristales y el sudor me caía en hebras. Empecé a sentir que algo malo pasaría. Me despedí rápidamente de mi novia y salí a la calle. Pensaba en la cena, en lo que vendría. Salí a buscar en aquel mediodía de sol intenso una tormenta que me haga olvidar.

En la noche había recuperado el ánimo y me dirigí a la casa de mi novia. Cuando llegué la encontré servida en la mesa, con un pez rojo en la boca, un puñal en el pecho y dos pajarillos que salían de sus ojos diciendo cucú - cucú.

Texto agregado el 22-03-2011, y leído por 208 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
04-05-2012 madre mía! sangrecita a rolete, qué buen cuento de horror! divinaluna
02-09-2011 Los cuentos de antiguos relojes (el cu-cu más que ninguno) siempre da para explayarse en lo tétrico y fantástico. Esta narración es un ejemplo, además está narrada con calidad y bien elaborada 5* Catman
05-06-2011 UNA GRAN NARRACIÓN. ULEIRU
23-04-2011 Me despertaste mis recuerdos de niños con el reloj de cucú que mi abuelo tenía en su sala. Esperar la hora era una maravilla que los niños ansiábamos siempre, aunque supiésemos que siempre veríamos lo mismo. Tal vez el encanto de tu cuento está en convencernos de que los dos pajaritos ciertamente salieron de la cabeza de tu novia, que, suicida, se mató y ellos te presagiaron la noticia en la tienda. El encuentro final, las veces que ves lo no real, nos indica que el novio ha matado a la novia en su imaginación, de manera inconsciente. Además, el cuento está lleno de símbolos. Para mí que aparezcan dos pájaros en vez de uno manchados de sangre es el símbolo de que ella ha muerto, efectivamente, como obra de ambos: novio y novia. Este cuento, evidentemente, me gusta de principio a fin. El talento desborda en el manejo del suspenso, del misterio, de la inventiva mental, de la mezcla tan equilibrada de realidad y mito, en un fusión ideal para un cuento fantástico. Otra vez, quedo sin sombrero, y a tus pies, maestra. delfinnegro
23-03-2011 A mi tampoco me acabó de gustar el final. Quizá pensé que el novio se había vuelto loco y era el culpable. walas
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