DESPEDIDA
Era una pequeña ciudad de piedra, calles angostas y retorcidas, algunas con ciertas pendientes. Urbe rara, mágica, confusa e intrigante... misteriosa talvez por sus formas, desvíos y encuentros, curvas y rectas, enlazando cada pequeña parte de esta extraña ciudadela. Rodeada de cerros cubiertos por una vegetación sin mucha espesura clima templado y muy cerca se escucha cantar un río, puro, cristalino, tranquilo corriendo por su cause.
Este era un día donde el sol sonreía, se sentía la brisa suave envolviendo el ambiente. Las calles estaban vacías. Se escuchaba al río y a los árboles mecidos por el manso viento.
Caminando con paso pausado, pensando en...quién sabe en qué .... por una de las retorcidas callecitas estaba ella, concentrada en su mundo, viendo las extrañas casas talvez tratando de descubrir sus guardados misterios, solitaria, deja a su paso un dulce aroma a flores silvestres, sus cabellos se dejan ondular por el viento que parece jugar con ella al igual que con sus vestidos, largos, amplios y celestes como el viento; con los pies desnudos que acarician las piedras de las calles. Se escuchan a su paso las cadenas que adornan sus delicadas y delgadas manos, lo mismo el cuello.
De pronto, su pensamiento se vio interrumpido por la presencia de alguien más. Él, que con marcha presurosa y decidida cruzó por una de las calles provocando la sorpresa de ella que corre para verlo , mas no lo encuentra...
Ella se quedó con la interrogante en la mente ¿quién fue aquel rayo que acababa de pasar? Él, de pronto, aparece detrás de ella. La mujer se da vuelta cuando sintió su presencia. Sus miradas se encuentran, se conocen, aunque nunca se vieron antes... Él es un muchacho de pelo largo, dócil también al viento, ojos claro, mirada dulce, triste y transparente, viste una camisa y unos pantalones blancos y anchos, también lleva cadenas en las manos, los pies y el cuello.
Calmadamente él la toma de la mano mirándola a los ojos como tratando de decir algo con su profundo mirar... La conduce por las calles sin decir palabra, hasta salir de la ciudad, la lleva a un lugar diferente, místico, la tierra está cubierta de por césped y rodeado de flores, con grandes rocas haciendo una especie de cerco sin precisión. La pareja se detiene frente a la más grande de las rocas.
Él la mira, y en sus ojos se refleja tristeza y a la vez alegría, dulzura y dolor, con las manos de ella entre las suyas le dice:
- Debo marchar, esta es la última vez que mis ojos son felices, porque te vieron, he vivido toda mi vida para este momento debo irme...
Ella lo mira con extrañeza pues es la primera vez que ve al muchacho y le dice:
- Pero yo.....
- Sé que no me conoces, y te parece muy raro lo que te estoy diciendo, pero no podía irme llevando la tristeza de nunca haberte conocido y nunca haberme visto en tus ojos, de corazón espero volver a verte un día. Por favor recuerda mis ojos, no me mires cuando me vaya.
Ella intenta nuevamente decirle algo
- Pero, no entiendo...
Y sus palabras son interrumpidas por un beso que él roba de sus labios... la mira una vez más como intentando memorizar sus ojos y la ternura de su mirada, delicadamente acaricia su mejilla con sus dedos... la mira... y desaparece.
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