Casi inerte seguía pasos
hasta que apareció un llamado:
un sol en calor dibujó mi piel
e iluminó mi camino ansiado.

De mi corazón se desplegaron
suaves brazos de amor,
ellos, veloces a vos, se apresuraron.
Ya estabas cerquita a mí:
¡Qué anhelo tan deseado!
A trasluz de una mamadera
curiosas nos observamos;
fue esa mirada que perdura
los quince años vividos:

¡A disfrutar, mi hija
una adopción la vida nos regaló!

Nada pasa, mi cielo
está todo bien.
No lo dudes.
Yo, mamá
siempre estaré a tu lado.


(Dedicado con todo mi amor a mi hija y también, a todos los niños adoptados y familias adoptantes para que nunca oculten la verdadera identidad de las personas por más dura que sea la realidad)