Es triste renunciar. Llegó la hora
y he de arrancar tus últimas
raíces.
He de dejarte ir. Me duele el aire
y me siento cobarde
por desear tu presencia.
La opresión miserable
de mis cuatro paredes
se ha derrumbado, como peso
muerto,
más aún no presiento
el sonido de tu arpa
o el nacer armonioso
de tus alas.
Se ha secado el rocío
de esperanza en mis ojos
y la barca, en la orilla,
se cansó de esperar
que al fin te decidieras
a cruzar.
Presagié una tormenta
imaginaria
con campanas de lluvia
cantarina
y construí como refugio idóneo
un arca inmensa
para mi soledad.
Es triste renunciar. Llegó la hora
de entender tu renuencia.
Si te llevas contigo mis entrañas
¿puedo ofrecerte al menos
el regalo
de mi pecho vacío?
("Donde vuelan los colibríes")
Texto agregado el 17-03-2011, y leído por 148
visitantes. (12 votos)
Lectores Opinan
23-03-2011
Todo lo que termina, alguna vez tiene tendencia a reiniciarse. Bello poema. Catman
17-03-2011
tiene algunas imágenes muy buenas, esta estupendo ****** shosha