Inicio / Cuenteros Locales / Deilost / XIV
[C:474535] | ||||
Los bosques, oscuros en su misterio, observaban. Una ligera brisa se levantaba haciendo ondular las planicies de verde hierba que extendian mas alla de las ramas. Una pequeña sombra caminaba bajo la luz blanca y despiadada de una luna muerta, una luna que quizas era la suya. Pero la brisa era calida y eso conformaba su estrecha alma. Daba pasos lentos sobre la alta hierba, pero en su andar no habia rastros de cansancio o dolor, simplemente... lentitud. A pesar de que no habia nubes el unico lucero en la cupula celestial era aquella fria luna, las estrellas cansadas, brillaban por su ausencia. Nuestra sombra iba cantando una queda cancion mientras caminaba, no era una cancion triste, pero si era una que evocaba tristeza en torno suyo. Le cantaba a los arboles, a las plantas, a aquellos albergues del alma vagabunda, de aquella alma que se esconde en la luz pues la fuerza de la sombra podria desgarrar su ser y hacerla indescirptiblemnte mas fisica, mortal, dolorosa. De repente, en un gesto de asombrosa pasion, vemos como nuestra sombra, levanta su faz, deja de ser sombra y se vuelve algo aun mas sublime: algo, un ser, pues la sombra en si misma no es nada, si siquiera un contorno o un boceto, debe delinearse para ser y despertar. En cuanto la luz de la luna ilumina el rostro (si, ilumina un rostro) de nuestro ser, vemos una tez palida, unos ojos grandes, morenos y una expresion como ninguna otra. Pero es solo un destello y la cabeza baja rapidamente, como si el destello de luz blanca fuera un cambio demasiado brusco para aquellas pupilas tan negra, ten misteriosas. Y nuestra sombra se aleja cantante, cantarina, entre los arboles, que no proyectan sombras sobre una hierba blanca y ondulante. |
Texto agregado el 17-03-2011, y leído por 138 visitantes. (0 votos)
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login |