Porque al hablar de ti, sin ti, ahora,
alzar una plegaria en el poema,
sabiendo que sin ti, no existe ciencia.
No hay preces, ni dolores, ni pesares.
Porque al viajar me voy y me hago fuerte,
recorriendo los bosques terrenales,
el gorjeo del ave primeriza,
va marcando la senda de mi sangre.
Entonces vienes, cruzas mi camino,
encrucijada en sueños hecha carne.
Encierras a mi voz y a mi destino.
Entonces vengo yo, seguramente,
a hablar de ti, de mí, de los poemas,
y del penar que nace al encontrarte. |