Marzo 2011. : D En alguno de esos dos puntos nos vamos a encontrar.
Me estoy perdiendo en la lenta cadencia de las palabras, hasta hace muy poco, me instalaba y peleaba con las letras, siempre buscando, añorando y deseando hasta la última batalla con las comas, acentos y puntos.
Ahora sólo nado en un mar de corales y sargazos con los brazos extendidos, dejándome llevar por el flujo y reflujo de las olas.
Corales rosas, violetas y blancas me jalan, me van quitando el aliento y las palabras.
Me voy cansando de conjugar sin verbos, voy tratando de atrapar ecos, sólo que el agua salada no lo permite y encuentro más tranquilidad entre los farallones, donde pronunciar se reduce a suspiros mortales.
Tal vez seria más fácil perderme en la amplitud del papel blanco, dejarme cortar por sus puntas y desangrarme.
Debo cuidarme de no perder la mente, luego entonces, debo cuidarme de no perderme entre los laberintos de la percepción.
Aunque en realidad, debo cuidarme de no perderme en ningún lado pues me gusta provocar al destino, derrocharme.
¿Por qué seguir las reglas, si a mi me gusta sumergirme en el desastre?
Quisiera no sentirme tan sola para no provocar el caos, mi soledad me ha rebasado.
Ha tomado otros nombres, otras características, se ha modificado, busca colarse en mi vida.
Hay personas en la distancia a quienes les importo, interpreto sus expresiones de cariño, y pensar esto se lo debo a la tecnología, dos puntos y una D mayúscula me lo dicen…: D
Quiero distraerme mirando a los ojos, hablar porque el lenguaje me parece interminable, lo único interminable que tengo.
Hablar sentada, recostada, dormida, como cuando camino, pensando que los pájaros me pueden oír, hablar aunque piensen que estoy loca.
No hablar porque soy inmadura, hablar, porque no he leído lo suficiente.
Escribir porque no tengo con quien hablar, escribir, dialogo de comas mal colocadas, acentos ausentes, adjetivos que no provocan, escribir que no es fácil olvidar, no lo es después de horas de actividades, no lo es cuando pasan las horas y la realidad quema como la droga en los brazos.
Cuando ya no es suficiente escribir unas cuantas líneas pulidas por horas, sólo que imperfectas al fin.
He soñado con ella, la veo en esa armonía interminable, la escucho sin dejar de mirarla, segura de que me dirigirá su mirada y yo, me desintegrare en llanto, que en cualquier momento las luces se encenderán y no la volveré a ver.
La he sentido de noche en mi casa rodante, cuando sus líneas se convierten voz, cada trazo se convierte en un violento sepulcro al cual me quiero escapar con ella.
Quiero que me trague la noche tomada de su mano, para ahí, encontrar todas las historias perdidas y que nunca hemos terminado.
He soñado que recorremos calles, caminamos solas, me habla despacio, con pausas, describe como en su narrativa, la amalgama de todos los dolores en una frase,
Hoy desperté con ánimos de escribirle una historia de amor, de esas que intentan ahogar en alcohol, quienes buscan refugio en la bebida.
A mi, que nunca me han gustado las historias cursis, mientras tomo café y veo una foto tuya, me dieron ganas de escribirte una.
Sueño despierta en que te la voy a recitar todos los días como una oración, me pondré mi falda favorita y te la contare para verte derretir cuando sientas miles de letras mojadas en tu oído.
Será una historia triste, con ansias de besos, caricias y sonrisas, y aunque a mi, me gustan los amores simples, resulta que al final todo se complica.
Sólo que no la encuentro, ahora sé que no te podría escribir una historia de amor, de esas que guardan quienes buscan refugio en las botellas con su memoria barata y sabor a lagrimas con rímel.
A mi me gustan las que me hacen bailar y me drogan con sus letras, que signifiquen tus circunstancias con metáforas.
Esa que cuando la tengas frente a tus ojos, sepas que es para ti, nada de rosas en un jarrón, ni de caricias perdidas en un andén.
Quiero escribirle una historia y que la olvide para siempre, no quiero vivir repitiéndola, ni que las palabras escritas se conviertan en un conjuro vacio que provoque lágrimas en las madrugadas.
Una historia de tus caricias, para que la olvides y te haga falta cuando estés conmigo y sin mí.
Duermo en los abismos tatuando mis sueños, vivo arañando el polvo que cae dentro de mis ojos, colgada de acantilados.
Vivo dentro de los paisajes vacios de paisajes, donde los espacios se reproducen como los hijos sin madre en la ciudad con un destino de cemento.
Duermo en los abismos, en esos olvidados por las carreteras, en las fronteras sobre los planos y los arboles que crecieron sin manos esperando su ritual.
Me gustaría que escribir fuera fácil, despertarme cada mañana, dedicarle unas palabras de amor y tristeza como las suyas, comerme las faltas de ortografía y escribir sin pausa por miles de segundos.
Escribir sin mirar atrás, sin borrar nada, y que al releer, las palabras fluyeran y no me quejará de nada.
Quisiera un día, sentarme y escribir, tener una semana en la que no tuviera otra actividad, sino simplemente escribir.
Considerar y corregir todas las pequeñas historias que escribí hace años, buscar esas páginas, esos cuadernos en las libretas que he abandonado, esas citas en las paredes de las calles que he caminado, tratando de olvidar lo que recite en la oscuridad.
Me gustaría que escribir fuera fácil para narrarle todas las historias desparramas durante su ausencia en mi habitación y dejarla libre.
Me gustaría que escribir fura fácil, tan fácil como lo es pensar en ella, sin tener que escribir con reglas, como lo fue besarla sin pensar en signos de admiración.
Sólo que…no lo es, lo sabe ella, lo sé yo, la escritura fácil, tiene simple final.
No, no me gustaría que escribir fuera fácil.
Desde BC, mi rincón existencial, donde sólo soy una nada en el universo, escribiendo mientras cae la tarde.
: D en alguno de esos dos puntos nos vamos a encontrar y nuestras circunstancias se iluminaran.
Andrea Guadalupe.
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