No me pidas eso, por favor… es como pedirle a un pájaro que no vuele… a un perro que no ladre. Sabes que no cumpliré, sabes como terminarán las cosas, tú estando entre mis brazos, con las bocas ardiendo por un beso, con el corazón latiendo por la proximidad de las miradas… pero me pides que… ¡je!, imposible cumplir tu petición.
Amor, amor, amor, amor… puedo ver la desesperación en tus ojos y como se contradicen tus movimientos, como tus ojos me gritan la verdad tras tus palabras engañosas e hirientes… ¿me quieres o no?, ¿me amas o me odias?
Pero te conozco, y a mi tus juegos no me engañan… tus palabras no son más que caretas, y tu baile es solo un show para despistar… no hay máscara que me oculte la verdad.
Pero la velada es toda mía esta noche, y tus manos las controlo yo, la hipnotizada ahora serás tu… tu mente y corazón… tu alma ardiente será mía por unas horas… durante unos sueños, durante unas lunas.
Ni que fuéramos vampiros, ni licántropos, ni fantasmas, ni brujos o criaturas extrañas… no, ni humanos, ni animales… somos solo un… tú, y un… yo.
Que nadie entienda lo que decimos, ni lo que hacemos… que nadie entienda esto, porque es para los dos, en idioma y lenguaje cifrado por señas que creamos.
Baila una vez más y despréciame con tus besos para agonizar por la muerte y delirar por la fiebre. Voy a gritarte cuanto aborrezco el que nos amemos, y a abrazarte una vez más mientras me amas con desmesura.
Entonces… ¿me odias?, ¿me amas?, ¿o simplemente no quieres hablar?
Entonces cierra mi boca de una bofetada para no seguir molestándote, o ciérrala con un beso, como quieras, ambas sirven… ambas me gustan. O puedes seguir bailando, yo te seguiré el paso, yo te guiaré de la mano como hace lunas lo hacía.
El amor duele, dicen por ahí… amor tu dueles, tu hieres, tu quemas y ardes como el fuego, y me encantas… con la locura que nuestro corazón danza y baila, y como grita nuestra piel el frío que siente al separarnos…
Pero no me vuelvas a pedir eso, por favor, porque sabes que no cumpliré, sabes que todo terminará igual que siempre, como las cientos de veces que el fuego nos quemó a los dos…