Durante nuestros encuentros
nos cubrimos con un manto de miradas.
me miraste, te miré, nos miramos
para restar invictos pero maltrechos..

Sin perder el ánimo, con dudas,
nos animamos a seguir, por las dudas.
Perseguimos la quimera inevitable
de pensar que todo iría bien.

Mas no logramos impedir que el tiempo
pasara sin tener misericordia.
Temblamos a pesar nuestro
y todo quedó en el abandono.