Amanece la ciudad con el grisáceo dominante de las urbes, todo siempre es gris – no sólo cuando llueve - y hoy (sí) que llueve. Como todos los días hay que vestirse – como dice Cortázar – de los que no somos, ponerse el traje de lo que debemos ser y salir campantes hacia el lugar que nos otorga dinero (algo así como la hoz en la jungla).
Mi trabajo es gris, es urbano y salvaje. Es una selva de latidos incesantes (de los que vienen y los míos) latidos arrítmicos y repulsivos. Trabajo con personas, estudié para trabajar con personas; aprendí de psicología, sociología, antropología, filosofía y muchas ías sin sentido, porque la realidad es infinitamente distinta a lo que siempre creemos que es, al final lo único cierto de las tantas ías estudiadas es que no hay nada más de lo que nosotros construimos mentalmente (y todo son ideas…ideas y más ideas).
Trabajo con los niños y niñas más “vulnerables y en riesgo social” de Santiago. Aquellos pequeños que buscando una oportunidad encuentran la oportunidad de ser lo se les permite ser en una sociedad que los anula y aprisiona (y les lanza piedras en el rostro…). Roban, provocan desórdenes y consumen drogas, han intentado asesinar, se relacionan con narcotraficantes (y a veces también dicen garabatos) Pero además sueñan, aman con profundidad, se entregan a la lealtad de los amigos, mantienen la resiliencia en la adversidad y se las ingenian por sobretodo, para sobrevivir.
Que la carta fundamental de derechos del niño y la niña, que sujetos de derecho, que respeto, que buen trato y que escuchemos su opinión. A la mierda! todos se comen a los niños, todos los aplastan como cucarachas, los utilizan y los botan (y no en basureros).
Los padres que les meten el cuco en la cabeza, que los traen al mundo como excusa para salvar el matrimonio (buscando salvarse ellos mismos), que los abandonan porque la pareja no los acepta, que los golpean porque no comen, que los intentan asesinar porque no los aguantan, que les dan droga para que no molesten y los que los entregan a la suerte de su destino (como si a los diez años el destino ya fuese la condena).
… nadie solicitó venir al mundo…pero existimos…
Los animales jamás se comerían a sus crías, los cuidan hasta que pueden valerse por ellos mismos, jamás los abandonarían ¿dónde está el instinto en las personas? ¿Será que ser persona es ser menos humano? (exijo dejar de ser persona en este mismo momento!!!)
…
Llega Jonathan a mi oficina y conversamos largamente, le digo que se irá a una comunidad terapéutica y el asiente con la cabeza, sabe que en su hogar no lo quieren y que en una casa de menores abusarían de él, acepta porque no hay otra opción y porque los techos son escasos (y hoy, cómo llueve!!!). Le comento que escribo cuentos y me dice que escriba uno de él, no lo hago, él me lo dicta:
“Un niño busca la oportunidad. Amanece con frío en la plaza del centro y se levanta a buscar la oportunidad, es la tarde y sigue sin parar, llega la noche y sigue buscando la oportunidad, adolorido de tanto andar buscando ve cerca de él un auto nuevecito rojo, mira al cielo y agradece el encuentro”.
Sigue lloviendo en la ciudad y se moja algo más que la ropa.
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