Me enamoré de su piel blanca como la azucena, de un par de ojos negros como el pechiche, de su cabello castaño como el cedro. Me enamoré de sus labios tan rojos como cerezas, de manos delicadas como la seda. Me enamoré de su voz melodiosa como el trinar de un jilguero de sus palabras tan dulces como la miel. Me enamoré de sus pensamientos y de su alma tan pura como la de una pequeña princesa. En sÃÂntesis, me enamoré de una de las mujeres mas bellas que he conocido en toda mi vida. Pero me enamoré de una mujer de la cual solo me quedan estos recuerdos.
Texto agregado el 07-03-2011, y leído por 97 visitantes. (3 votos)