Confundíase en el horizonte a lo lejos,
Extinguíase inexorable la razón,
Iban a caer el pensamiento, el ideal.
Confluían, indistinguibles, barbarie y amor.
Difuminados en el horizonte,
Dábanse los reflejos unos contra otros,
Tenues matices de un sueño en el olvido:
Acababa por siempre la inclaudicable ilusión.
Comenzaban a surgir pretéritas evocaciones,
Heraldos innegables de un mundo ultra terrenal,
La desesperación se gestaba desde la propia inconsciencia,
Destino inalcanzable, encubierto en la inocencia.
Iba a acabar aquel falso sosiego,
Sumergirse cabalmente en una espesura sin final
Disfraz inherente de tristeza sempiterna,
Irredimible pesadilla; inicio sin final.
Reacciones inexistentes para aquella pesadilla,
Tortura inconmensurable, gestada en el azar,
Miradas intrigantes, posiciones irracionales,
Inveterada costumbre de jamás claudicar.
Humanos impotentes frente a tal euforia
-privilegio de divinidades utópicas-
Barbarie inalcanzable a la bajeza terrenal,
Extravío sempiterno en un tiempo sin final.
Matices inconfundibles de una solución inexistente,
Resignación eterna, lucha estéril.
Quizá últimos vestigios de un esfuerzo insoportable,
Señales arcaicas de una divinidad omnipotente
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