Estando rondando andaba,
La Muerte no se alejaba,
catrina y muy trabajosa
por aquellos a quien se llevaba.

¡No te lleves a mi Zorrito!
-dijo una voz angustiada-
¡no te lo lleves, por favor,
mira que está cachorrito!

¡Ahí te dejo! -dijo andando-
¡al pequeño cachorrito!,
muy oriunda La Catrina
de su piedad ufanada.

Ya de grande andaba el Zorro
muy ufano, gran Señor,
cuando a lo lejos los huesos
de la Flaca escuchó.

¡No me lleves huesudita!
¡no me lleves, por favor!
¡aún no tengo noviecita
y me hace falta calor!.

A regañadientes mochos,
aceptó al muy ladino
del Zorrito ya macizo
y su encanto encantador.

¡Más la tercera es la buena!
-eso pensó La Catrina-,
quien a chirridos llegaba
pa’ llevarse un Zorro encima.

¡Oiga Usted! –le grité yo-
¡flaca, huesos, desgarbada,
dónde con mi Zorro va.
se me va mucho … hasta mañana
con la luna a medio andar!.
¡A ese Zorro me lo almuerzo,
sin dejarle a Usted ni un hueso
que le pudiera chupar!

Ailed Zull Zayhev ©