De acuerdo con lo que me platican, el individuo aquel fue calmándose en la medida que el director de la clínica iba dando las explicaciones pertinentes. Todo había comenzado al solicitar aquella mañana, permiso para estar presente en el nacimiento de su primer hijo. La supervisora advirtió desde un principio que aquella situación no estaba permitida, después ante su asombro, el ginecólogo también le dijo que esa práctica, en ese nosocomio, como en la mayoría de otros, estaba –absolutamente-, remarcó esta palabra, fuera de toda posibilidad. Finalmente las razones del director le fueron dando luz al caso. El padre con los desvelos fue lentamente asimilando cada palabra, mientras, en su trasnochada cabeza recreaba algunos hechos:
El alumbramiento vía cesárea transcurría con la mayor normalidad del mundo: una madre primeriza agitándose angustiosamente por el dolor, acostada bocarriba sobre una estrecha mesa de quirófanos. Gritos desgarradores que una vez administrada la dosis de anestésico regional, se fueron mitigando. Un anestesiólogo paternalista tratando de aumentar el efecto de su bloqueo con palabras cariñosas. Un ginecólogo enguantado y sudoroso, apuntando por allí el último chiste sobre parturientas. Un asustado y temeroso padre primerizo que con cámara de video en mano, asistía acompañando a su mujer; -más instado por ésta, que por su propia voluntad-. Enfermeras activas y parlanchinas, y al fondo, reclinado en una silla el pediatra, ansioso por recibir a la criatura.
Nació el bebe, ¡algarabía! Todo mundo apostado en sus puestos. El ginecólogo sostiene por lo alto al niño, y se lo muestra a la madre por encima de su abdomen, y después posando para el padre, permite que este tome algunos segundos de video. Hay fotos, hay exclamaciones de alegría explosiva. El RN no ha emitido lloriqueo alguno. El pediatra recibe al RN, la madre ajusta el objetivo de sus ojos y mira a su cachorro. El pediatra sostiene enérgico al RN por ambos pies, y deja que abdomen, tórax y cabeza cuelguen hacia abajo. Posa también para el video sonriendo. Con energía, asesta una sonora nalgada enrojeciendo el culito del RN; y aquí, con esta acción se desencadena todo: El niño finalmente emite un espantoso berrido. El ginecólogo sonríe gratamente, pero no se da cuenta que la cámara no lo está enfocando. El padre continúa asustado y tenso. El pediatría se voltea para atender al RN junto con una enfermera y la madre grita muy encabronada: -porqué le pegas a mi niño, pendejo.-
El ginecólogo pierde la sonrisa y frunce el ceño. El pediatría se voltea y le reclama: -qué me dijo? Vieja estúpida-. El padre asustado y tenso suelta la cámara y empuja al pediatra, diciendo, -le dijo pendejo, y lo sostengo.- El pediatra al trastrabillar suelta al niño, y este estrepitosamente se estrella contra el suelo. Las enfermeras se apresuran, una a detener al pediatra que perdió el equilibrio y también cae al suelo, y la otra a recoger al niño. El anestesiólogo despierta de súbito e intenta detener al padre. El padre totalmente fuera de si se ha armado de un frasco de soluciones casi vacío y con este da tremendo golpe a la cara del anestesiólogo. El frasco se rompe. La sangre brota a raudales de las fosas nasales. La madre con todo y los efectos del bloqueo hace un esfuerzo extraordinario y logra girar el torso intentando rescatar a su cachorro. La estrechez de la mesa quirúrgica hace que se vaya al suelo y las viseras y la matriz abierta se vacían en un santiamén. El ginecólogo al presenciar la agresión en contra de su anestesiólogo, blandiendo el bisturí y con una precisión asombrosa ejecuta el corte nítido a la yugular del padre. El pediatra ya mayorcito, recibe tremendo golpe en la cabeza perdiendo totalmente el conocimiento y por la tarde fallece por un hematoma subdural. El anestesiólogo sufrió fractura de los huesos nasales y al romperse el frasco en su cara, fragmentos de cristales se encajaron en ambos ojos perdiendo permanentemente la vista. La muerte del padre fue inmediata. -Qué precisión en el corte, exclamaban los investigadores-, con franca admiración. La madre falleció dos días después, jamás pudieron alcanzar la severa hemorragia. El ginecólogo purga su sentencia en la cárcel. Al RN no le paso absolutamente nada.
Después de la explicación del director al padre primerizo, este adormilado aun, volvió con su mujer.
-Qué te dijo mi vida, ¿autorizó el permiso?.- Dijo ella
-No, amor, me explicó el doctor una monserga de las normas específicas de regulación y certificación de hospitales, que en conclusión, ya no permiten esa práctica. Respondió el.
De algún modo, el tampoco quería estar presente.
Abreviaturas: RN (recién nacido)
Hematoma subdural: hemorragia intracraneal generalmente relacionada con un buen madrazo.
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