Te veo en ese cuadro perfecto, tu rostro sobre el lienzo azul de un perfecto día de verano, saboreando el aroma de tu cuerpo, tratando de alcanzar el aliento que expeles de tu boca, imaginando la explosión de estrellas que me rompen al momento de besarte, disfrutar de tus hordas de pegasos que fluyen de tu cabeza, acompañando con mis dedos, cada una de las líneas esbozadas de tu rostro, contemplando el brillo que se esconde en el secreto de tus lagos, donde me ahogaría por toda la eternidad, mientras tú, mi náyade inalcanzable, canta con voz de ruiseñor a la tortura de saber que por más que quiera, jamás podré tenerte, amarte, solo desearte en mi oscuro pecado oculto en el medio de los ríos de mi alma.