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Mientras en el malecón de la capital dominicana desfilaban la fabulosas motocicletas harley davidson comprada por el ministro de interior y policía para echarle vaina a los países vecinos (y ganarse una comisión por supuesto), en Puerto Plata en un juzgado de paz (paz para los que tienen dinero) se negociaba una sentencia donde todos los implicados fueron salpicados con dinero de los verdes lanzado con fuerza desde Baltimore.

Tres días después un secretario pronuncio en el juzgado la noticia que se había negociado:

-El lanzador dominicano que fue acusado injustamente de matar a un joven de su localidad y herido a varios más, cuando supuestamente hacía disparo al aire celebrando el nuevo año, como corresponde, es declarado inocente de toda acusación infunda.

Otra vez salía victorioso de otro juego donde lanzaba brillantemente, pero esta vez con la bola rellena de diamantes y repleta de saliva.

Al escucharse la noticia en las afueras del centro comercial de justicia (excúseme quise decir juzgado de paz) una gran multitud de locales celebraban jubilosamente la decisión de los jueces, gritando a todo pulmón: “SE HIZO JUSTICIA”,

La celebración era obligada (cuando se hace justicia en dominicana es obligado celebrar con cerveza, ron, whisky y muchos tiros al aire).

La gente se tiró a las calles y a beber gratis se ha dicho (el bondadoso pelotero pagaría todo, incluso los posibles muertos si es que se presentaban desde la tumba).

Doce horas después de iniciarse la celebración todo continuaba como en el primer minuto cuando inició el evento, con la diferencia de las borracheras de muchos que habían bebido como locos.

En la madrugada la celebración era inaguantable, mucha bulla salía de las bien dotadas bocinas colocadas estratégicamente en la fabulosa HOMMER 2016 del lanzador asesino, por coincidencia en ese momento la HOMMER y muchos otros vehículos con buena música también, estaban frente a la casa del juez que lo había beneficiado con la sentencia, aunque ellos no lo tenían presente en ese momento.

Uno de los cuatro hijos del juez (el menor) salió al balcón de su hermosa residencia, para pedirle por favor a la multitud que bajaran el volumen de la música.

La multitud de gente estaba como loca, gritando y bailando sin parar y no entendía nada de lo que el joven pronunciaba, pero el pelotero parece que si entendió las mímicas del joven y con voz muy ronca (de tantas palabras descompuestas que había lanzado al aire) le comentó a varios de sus amigos que lo rodeaban:

-Lo que el tipo ese está diciendo es:

“-Celebren haciendo disparos al aire como la otra vez, porque se escuchaban jebi”.

Sin pensarlo dos veces, todos sacaron sus pistolones y comenzaron hacer disparo al aire, en dirección al hermoso balcón con columnas de mármol donde se encontraba el muchacho hijo del juez.

Bien escribí donde se encontraba el muchacho, porque jamás iba a volver a tener una panorámica de su bello municipio en su vida.

La sangre se derramó a chorro por doquier sin importar las advertencias de sus padres de no ensuciar el lugar, manchando el piso de mármol italiano que lo acogía en posición prenatal y final.

Cuento literario totalmente ficticio escrito por José Rafael Núñez Corona desde Sto. Dgo. Rep. Dominicana, hoy 4-3-2011.

Texto agregado el 04-03-2011, y leído por 168 visitantes. (0 votos)


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