-Muy buenas, cómo presentarme, quisiera tengan una idea más acabada de mi.
Comienzo diciéndoles que no soy famosa, no tengo una historia de siglos que me respalde, no pertenezco a ningún teatro de trayectoria, ni abrigo rezos, tampoco vi coronaciones de grandes reyes, ni siquiera escuche secretos gubernamentales.
-A mi me hizo el Hilario, con sus propias manos. Recuerdo bien cuando comenzó, amaso barro con paja y bosta de caballo, cada día moldeaba ladrillos en cajoncitos hechos de madera, los dejaba secar a la sombra para que no se quebraran. Una vez secos, los sacaba de los moldes y comenzaba nuevamente.Cuando logró una pila considerable fue colocando hilada tras hilada, no tenía muchas herramientas, por lo mismo no salí muy derechita, pero está bien, lo importante es el amor que ponía, ese seria el rancho en que él y Rosa formarían su hogar.
- Colocó la puerta hecha con madera de pino y una ventanita pequeña, en nuestros pagos el frío pega fuerte en el invierno, hay que conservar el calor del fogón.
-Él y la Rosa se arrimaron en primavera, lo celebraron con familia y amigos, si bien no éramos ricos, el Hilario aso dos chivitos, Rosa se paso fritando empanadas y tortas fritas, ¡que fiesta! Si lo hubiesen visto al mozo, parecía otro, pilchas nuevas, peinado a la gomina, cuando se me arrimó sentí que tenía perfume, por cierto fue la única vez que lo vi. así
-El día comenzó a tirar unos palos largos de sauce y los ajustaba a mi los ponía en unas horquetas en la tierra no podía entender lo que hacia, pero enseguida llegó la Rosa y planto una glicina, en la siguiente primavera ya gozaba yo de sombra y un aroma incomparable. Se sentaban a la tardecita a tomar el mate bajo esa perfumada sombra, un placer incomparable estar juntos y con el canto de los pájaros que ya se estaban acurrucando en los árboles.
-Hilario trabajaba duro y parejo en el campo, la Rosa se ocupaba de las casa y de los gurises, que en cuatro años ya eran dos.
-Hubo años duros, la sequía no daba tregua y los animales no tenían mucho para comer, varias veces tuvo que sacrificar algunos. Pero eso no lo dejaba decaer, siempre repetía-”Vas a ver Rosa que mañana va a ser mejor”.
-Un verano me revocó otra vez, ya estaba deteriorada mi imagen. Si parecía recién levantada.
-Nuestra familia fue feliz, como todo en la vida tiene un fin, Hilario y Rosa volaron rumbo a otros pagos celestes y los gurises, crecidos ya, se marcharon en busca de nuevas oportunidades.
-Ningún arqueólogo, se va a arrimar jamás para raspar un poquito del material y constatar mis comienzos. Ni voy a aparecer en libros de historia. Tal vez ni siquiera los gurises me recuerden, pero quien puede quitarme el placer de haber presenciado el milagro de la vida expandiéndose gracias al amor.

Participante del Reto Prosa "Las paredes hablan"