El recorrido es relativamente corto a pesar de las constantes pausas, causadas por los desperfectos que soporta el aparato debido a los años en uso.
Disfruto de este tiempo. Pasearme por las miradas ajenas, me convierte en una especie de sacerdotisa que arma las vidas descubriendo los patrones ocultos de cada individuo. Pronostico la insatisfacción del que sufre, la cobardía del que, erguido, quiere aparentar una personalidad avasallante y así me voy divirtiendo en el divino juego adivinarlas.
Aquel de la esquina del fondo, se muerde con insistencia los labios e intuyo que nunca cambiará la dirección de su vida. Su mirada es tímida, conservadora y, reiteradamente, la va ocultando mientras se observa las manos. No es feliz. Y lo sabe.
A mis espaldas, de porte impecable, un hombre de edad madura cree escapar de mi inquisición detallada. Con un giro disimulado voy obteniendo una visión panorámica de su estampa. Se sorprende sintiéndose despojado de secretos. Su vida es vacía, sin emociones, pero con gran esfuerzo la encubre cada mañana con el disfraz de amante de todos los tiempos. Le sobre comodidad y conformismo, acaricia lo obvio y se resigna a la rutina de lo permitido.
Diagonalmente, inconmovible, una mujer de mediana edad levanta levemente su ceja derecha mientras observa el paso lumínico de los números que avisan los pisos.
Su ligereza la muestra ingenua, como si levitara entre nosotros. Baja la visión y al levantarla de nuevo, coincide con la mía. Me descubre y yo a ella.
Su gesto facial me indica que está envuelta de sueños insolentes, húmeda de rebeldía. Carga en el alma un estigma indeleble prendido con un alfiler, al tapiz de los recuerdos. Por los colores que usa percibo que vende rastros de perdón sin éxito y lucha a diario con el monstruo de una justicia maltrecha.
Por un instante me inquieta la intemperie que me absorbe. Ella lo supo al ver mi turbación. Algo insospechado comenzó a sucederme, como la confusión que siente un cazador cazado.
Jamás creí encontrarme conmigo misma en un lugar tan cerrado y repleto de gente.
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