Camila… tentativa, sublime sabor, con una fuerza interna que domina a cualquiera, y más con su dulzura cambiante, confusa, capaz de convertirse en arma letal... como lo fue en anteriores leyendas; y como fue Natalia, no es necesario hablar de ella.
Alejandra… nombre épico lleno de historias y glorias que llevan consigo poder sobrehumano, dominante, con una sensualidad oculta, preciosa sensualidad, que llevaría a la locura a cualquiera que ose descubrirla. Sutil, siempre sutil… con un semblante vivo, ojos profundos llenos de alguna historia incontable… como ese nombre. Pues mas mística fue Natalia, eso sí.
Angela… nombre cargado de dulzura y locura, exactamente como me gusta, con un toque de alegría que mitigaba mis dudas, y su inocencia ah… su inocencia envolvente que llena, confunde, sugiere y hasta contagia. Siempre tuvo sabor a sueño, tal vez fue uno…
Natalia… no quiero recordar ese nombre, no puedo recordarlo, es una espina en el alma, siempre está ahí, y con tanto esfuerzo olvide, que con tanto dolor me sangró el pensamiento, simplemente no puedo, solo debo recordar a Camila, o a Angela, o a… ¿Cuál era la otra? No importa, tengo que someterme a las preciosas vocales de esos nombres que me dejaron un buen aroma, no como las marcas nocturnas que sellaron un nombre lúgubre en mi cuerpo, o el beso olvidado que yace en alguna prosa mía.
Ese nombre ya no es mi ley, no señor… ya no me rindo a sus órdenes aunque sigo esperando con una sonrisa que la puerta se abra después de la diez…
Camila, Alejandra, Angela, o… Natalia, no importa esos nombres, recordarlos, pues me dejan ternura momentánea o eternas noches de Natalias, Camilas o algún intento de sueño. Pero… he olvidado el mío, nadie lo recuerda, nadie me nombra, soy el anónimo del mundo , vivo recordando mis nombres de antiguas proezas y derrotas como si el tiempo se haya acabado para mí, pero esta noche, tal vez sea la próxima, buscaré en algún lugar de las sabanas, o en el café de hace días, pero sé que algún día me volveré a nombrar y recordaré quien fui y después, quién sabe, lo que seré…
El Mesiaz
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