Las manos, como blancas palomas, se deslizan por tus cabellos ensortijando mis dedos que te acarician.

Me deslizo a tus pestañas para admirar la ternura calma de tus ojos miel canela hipnotizantes y sigo el derrotero de tu respiraciòn suspendida, hablàndome del rumor del viento en los trigales dormidos...y estalla una amapola, tu boca ,que me incita a beber el màs dulce licor jamàs probado, mientras mis brazos cual madreselva perfumada en el atardecer, te estrechan, acercàndonos.Allì me quedo, comienzo de la ofrenda de nuestros cuerpos en plegarias paganas musitadas muy quedamente que en su vaivèn se asemejan al del oleaje del mar seduciendo a la arena para morir sin remedio, a su vera.

Laxitud...hemos creado al amor, tu alma, faro en el desierto de mis noches insomnes , lucero que me alumbra sin enceguecer se deleita en la pasional entrega junto a mi esencia.





Un colibrì

entre orquìdeas ìndigo.

Cielo nuboso.