Desde niños nos llenan de creencias de lo importante que es "trabajar para la felicidad"; "sufrir para obtener la recompensa"; "sacrificarnos por la paz". Generación tras generación transmite este condicionamiento del mismo modo que transmite la debilidad fisica y enfermedades por medio de genes.
Pero la buena noticia es que solo se necesita una única creencia amorosa para deshacer todo sistema de creencias basadas en el miedo.
Estar ocupado ha sido sinónimo de importancia en los últimos tiempos, Todo nos hace creer que una vida agitada es símbolo de cierto nivel social, al punto que los horarios apretados no solo se han convertido en el común denominador de los tiempos actuales sino que están marcando el futuro de la humanidad dejando desde ya secuelas en la estructura de la sociedad actual.
Sumergidos en una agitada carrera por adquirir mas reconocimiento social, mas importancia, y más aprobación del entorno, el individuo contemporáneo requiere tener menos tiempo disponible para si mismo e incluso para su familia, como si el estatus fuera sinónimo de estar demasiado ocupados.
La sociedad se ha dejado marcar de tal forma por esta programación que, esto ha generado una búsqueda con desesperación en que estar la mayor parte del tiempo ocupados, como si el ocio y el descanso físico no fueran otra forma de descanso mental y emocional.
No es suficiente con una carrera, se hacen necesarios nuevos títulos agregados a los que ya se tienen, no es suficiente un trabajo, se hace necesario el de medio tiempo, no son suficientes dos sueldos en casa, se hacen necesarios cuatro, y así sucesivamente nos desligamos tanto de la esencia humana de la que estamos construidos que anteponemos valores prestados por la sociedad, valores colectivos que otros han impuesto en nuestras vidas, ante lo que realmente es valioso para nosotros.
Estar a solas con nosotros mismos empieza a ser algo un poco mas que insoportable, sino una poderosa amenaza. Es más sencillo apagar con actividad la voz dentro de nosotros que juzga la vida que estamos llevando que escucharla y detenernos. Hablar con nuestros hijos y grabarnos sus rostros, es una tarea que le delegamos a la posteridad sumergidos en el arrepentimiento cuando ya no están a nuestro lado.
Tengo la sensación que el individuo contemporáneo conforme se adentra en sociedades desarrolladas empieza a vivir su propia vida al margen de sí mismos, respondiendo a otros; y a la incansable productividad, demasiado aprisa para saber quienes somos, demasiado rápido para saber que es lo que realmente tenemos y que es lo realmente importante.
No, no son los sistemas sociales los que nos transforman en el ser que ya no reconocemos y que otros no reconocen en nosotros, somos nosotros quienes nos transformamos cuando nos sometemos sin oposición alguna a la masa y comulgamos con el inconsciente colectivo.
Y es muy curioso pero mientras más ocupado vive el ser humano menos feliz es, quizás obedezca a que en su fuero interno sabe que esta sirviendo a demasiados falsos dioses, y esta olvidando comulgar con el único Dios verdadero a través de la intima relación consigo mismo, quizá porque sabe que estar muy ocupados es un buen pretexto para no ser felices.
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