I
...y entonces, la abuelita airadamente dijo al leñador -puro cuento, caperucita roja no existe- . Detrás del arbusto y habiendo escuchado todo, el lobo aun se relamía el hocico.
II
...la verdad si me la comí, dijo el lobo al leñador, en clara alusión a caperucita roja. Huy, de lengua me como un plato, le respondió éste. Esas pulgas no brincan en tu petate. Agregó después.
III
A los veinte, a su paso por el bosque rumbo a casa de la abuelita; caperucita roja era envuelta en un estruendoso concierto de aullidos. Auuuu, auuuu. Algunos de estos eran de desesperación, los más, tan sólo de lujuria.
IV
En aquellas ocasiones en las que él se ponía muy feroz, caperucita corría a ponerse su baby doll rojo, y entonces hacían de cuenta que andaban en un bosque y retozaban sin parar; hasta que la abuelita les invitaba su chocolate, o hasta que el leñador con el ceño fruncido y en tono muy amenazador, dijera dirigiéndose a el: mucho cuidado con comerse a caperucita.
V
Caperucita, al igual que todas las niñas y púberes de cualquier lugar; creció convirtiéndose en una mujercita hecha y derecha. A su vez, el lobo con los años había perdido agresividad y carácter, tornándose enfermizamente tímido ante la belleza y el porte de la hembra. "Caperuza, caperuza..." Se le oía exclamar a su paso, escondiéndose después temerosamente.
VI
A los cuarenta caperucita roja además de hermosa era también encantadoramente sofisticada! mi madre! exclamó un lobo a otro lobo, "la experiencia andando". Las cositas que sabrá hacer, respondió el segundo en un tono francamente más vulgar.
VII
Al asomarme por el facebook de caperucita roja, en la ventana "amigos" encontré una larga lista de lobos (más de uno de estos, viejos amigos míos), algún chacal conocido y a una que otra zorra.
|