Después de la dictadura del generalísimo y del golpe de estado del gobierno constitucional, la República Dominicana estaba dirigida por el triunvirato (un gobierno de tres personas).
Uno de ellos estaba sembrando para el futuro, sembrando esperanzas (aunque fueran falsas), sembrado ilusiones (las cuales no pasaba de ahí) y sembrando demagogia.
Una vez el sembrador (no Hostos) salió por los muchos campos que había en el país (el cual era más rural que urbano). En esos recorridos el puso de moda el ofrecimiento de letrinas, porque era evidente el déficit de sanitarios en los hogares de los campos de nuestro país.
Su fama aumento como la inflación actual en la población, se dio a conocer casi en todo el país, los campesinos le pusieron como apodo Sr. Letrina, no ofensivamente sino porque él solo hablaba de eso y solo ofrecía eso, dando a entender que el país resolvería todos sus problemas solamente con la construcción de letrinas.
Estando el Sr. Letrina en un campo serrano de San José de las Matas, ofreciendo lo que usted ya sabe, dio un discurso improvisado en el cual dijo:
-Si llego al poder en las próximas elecciones, prometo que no quedará un solo bohío en toda esta región sin su letrina nuevecita.
Los aplausos llovieron como torrente aguacero, se escuchaba muchas voces gritando:
-¡Viva el Sr. Letrina!, ¡Letrina presidente!
Como media hora después, cuando el Sr. Letrina estaba despidiéndose de su compadre allá en la sierra, se le acercó un campesino y le tocó fuertemente el hombro para que lo atendiera y le preguntó:
-Señoi Letrina, ¿yo quiero sabei como diablo usted va hacei para que nosotros llenemos esa letrina, poique poi aquí no encontramo que echaile?, no se poi allá.
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