El trayecto de regreso a casa nos tomó casi cinco horas en carro, la carretera tenía muchos badenes y policías acotados, los cuales la hacían mucho más tediosa.

Por suerte el paisaje era increíble, antes de irnos de La Descubierta me di un chapuzón en las aguas más frías de la bolita del mundo, en Las Varias (un balneario entre un pequeño bosque húmedo en medio de un inmenso bosque seco), allí vi un Cao (cuervo nativo) haciendo mucha bulla.

Al salir de La Descubierta lo primero que vimos fue el hermoso Lago Enriquillo, (el más grande del Caribe), luego nos topamos con lo que era el balneario de Las Azufradas que por el crecimiento del lago ya no existe la piscina, pero queda el área donde se observan algunas iguanas sueltas, diferentes cactus y muchas aves. Entres los arboles secas dentro del lago pude fotografiar una Garza real.

A pocos metros de Las Azufradas nos encaramamos en Las caritas de Indios, una terraza de una antigua caverna que se encuentra a más de cien metros del nivel del lago, allí hay una nota dejada a nuestra generación escrita por los aborígenes de la isla, además hay una hermosísima vista del lago la cual inspira al más frustrado de los poetas.

Estando en Las Caritas de Indios, puede fotografiar un Ruiseñor descansando en un cactus típico de la zona, también vi un Zumbador, una Ciguita Enmascarada, Iguanas y Mariposas,

Para Codi fue el viaje más largo de su vida, solo tenía un mes de nacido y no durmió en todo el camino, pero si bebió mucha agua.

Andábamos ocho personas, solo un niño, Codi anduvo en brazos de todos, excepto del chofer quien lo veía de reojos con mucho amor.

Cuando llegamos a la casa nos recibió con mucha alegría el viejo amigo Skiper, saltaba sin parar, movía su cola insistentemente como bandera en tiempos de huracán.

Skiper se apagó instantáneamente cuando olfateó a su nuevo compañero Codi quien trató de jugar con él pero Skiper lo ignoro totalmente.

Codi era marrón, muy pequeño y con muchos pelos, mientras que Skiper era gris de hermoso pelaje, con un poco más de medio metro de largo desde cola al hocico, tenia más o menos diez pulgadas de alto y en edad de perro era bien adulto.

Temiendo que Skiper se sintiera mal, tratamos de ser balanceado en cuanto a la atención de los dos, pero Skiper estaba acostumbrado a tener toda nuestra atención y no aceptó tal distribución.
Decidió no comer durante el tiempo que Codi estuviera en la casa, buscamos todas las formas para que comiera algo pero su decisión fue radical

A las pocas semanas Skiper ya no era él, sino solo huesos y pellejos, la tristeza se reflejaba claramente en sus ojos, y cada mirada que nos daba nos sacaba pequeñas perlas desde las glándulas lagrimarías.

La tumba se vislumbraba en el futuro cercano, su partida se había adelantado por su terquedad, ya estábamos resignados a su pronta ausencia.

Un día a eso de la seis de la mañana nos despertó la sorpresa de que Skiper y Codi estaban jugando sin hacerse daño, aparentemente los dos habían hecho la paz, y también comieron bien temprano según expresaban sus platos vacios, la carita del viejo amigo se había transformado, estaba radiante y hermosa.

Se habían pasado el día entero correteando en toda la casa, a eso de la seis de la tarde Skiper salió corriendo desde la casa por la puerta que da a la calle sin tomar precaución y un motorista que andaba como jonda del diablo lo bateó sorpresivamente dejándolo muerto al instante.

Codi lloró como lobo en luna llena, todos lloramos desde el fondo del corazón, pero no fue suficiente para que se concretizara el milagro, Skiper murió.