El hombre se sentó en el confesionario.
Era un confesionario especial, no de los que estamos acostumbrados.
Del otro lado no habia un cura. Del otro lado, estaba el corazón.

- Siento dolor - Le dijo el hombre.

- Donde te duele? le pregunto el corazón.

El hombre meditó unos instantes buscando el léxico adecuado.

- Pues, es como un desgarro, como una rotura, como una desilución. Me duele presisamente el Corazón.

Atónito el Corazón no pudo expresar nada más y vió partir al hombre con el andar cansado.

El hombre buscaba y buscaba las causas. El hombre no podía entender de tantas mentiras, tantos engaños.
El hombre experimentado se sentía indefenso ante la enfermante locura de su amada.
Entonces el desgarro se produjo.
El dolor fue inmenso.
Ahora es tiempo de curar las heridas, sabiendo que si ella regresa el la aceptará nuevamente.
Sabiendo que un amor incondicional es lo unico que puede curar ese desgarro.