Llevamos andando mucho tiempo. Aunque todo es oscuro, como la boca de un lobo, me he dado cuenta de que hemos andado mucho... Demasiado para mi gusto. "Me duelen los pies de tanto andar," le digo al canijo, "¿Paramos un poco y me explicas de una vez porqué demonios estoy aquí?" "No es mala idea, pero hasta yo mismo desconozco mi cometido aquí," me contesta, "creo que sólo soy tu guía."

¿Guía? ¡Ni que mis recuerdos fueran un museo arqueológico! "Bueno, pero déjame descansar. ¡Tengo los pies machacados!" le digo. "¡Está bien, tío vago!" contesta un poco enfadado. De la nada se forma un banco... Es una calle; enfrente hay una puerta con escaleras y "estoy" sentado allí con los demás. No sé porqué, pero no me gusta nada lo que veo... Será mejor volver a andar.

"¿Dónde vas, grandullón?" dice mi yo infantil. "Ya he descansado, vayamonos." le contesto con un tono un tanto diferente al normal. Volvemos a andar, pero la escena cambia un poco. Ahora sólo se encuentra el "yo" del momento, no hay nadie más. El chico coge la bicicleta y pedalea cómo si la vida le fuera en ello... Suda demasiado. Será mejor seguirle. Sorprendentemente, aparece otra bicicleta... MI bicicleta. La cojo y le sigo. "¡Mierda! ¡El pitufo!" De repente me doy cuenta de que mi yo infantil no puede pedalear como yo... Ni falta que le hace, pues se encuentra en una moto conducida por el grandullón de antes. "Éstos van en una moto... ¿Y yo tengo que sudar cómo un idiota?" pienso contrariado.

"Aparezco" otra vez. Esta vez, llevo unas cuantas bolsas. "¿Qué soy el recadero de todo Dios?" les digo a los otros dos. "Parece ser que por fin vamos sacando algo de lo que tienes en ese oscuro corazón, ¿eh?" Me dice el grandullón. "¿Qué quieres decir?" le pregunto. La respuesta que me da no es la que quiero oir.

"Estás aquí para apreciar lo poco que tienes en TU vida... "nuestra" vida.", me dice con cara muy seria, "Y quieras o no, primero tendrás que sacar todos los rencores que tienes ahí metidos.", dice señalando a mi corazón.

¡Maldito sea el momento en el que saludé a aquella sombra!

Me quiero despertar...

"¿Aún esperas despertarte?", me pregunta el grandullón, "¿No has aprendido ya que esto no es un sueño? Esto no lo manejas tú directamente... Por lo tanto saldrás cuando realmente acabes de desahogarte"

Bueno, habrá que empezar...