En aquellos días Anarquía era feliz. Era tan sólo un bebé. Dormía, comía, soñaba. Era querido, y lo amaban. Su Madre lo amaba. Pero luego, en aquellos días aciagos, su Madre se juntó con algún tipo llamado Carlos, y de él tuvo un medio hermano para Anarquía: Comunismo. Ambos dormían en la misma cuna, pero Comunismo era egoísta, como cualquier niño, y queriendo todo sólo para él, botó a Anarquía de la cuna.
Y ustedes conocen lo que le sucede a los niños que se caen de sus cunas.
Anarquía cayó y cayó, para sobrevolar el País de Nunca Jamás. Allí conoció a su mejor amiga, el hada Campanita, quién lo crió y lo alimentó, la fantasía lo hizo vivir y se volvió su mejor amiga. Pronto, Anarquía pasó a llamarse a sí mismo Peter Pan, y, juntando a todos los niños que de sus cunas caían, los fue alimentando de fantasía y sueños, de bellas teorías en contra de los Capitanes Garfios de afuera. Y de dentro.
Llegará el día en que una niña llamada Wendy llegue al País de Nunca Jamás, y juntos con Peter Pan, el Capitán Garfio perecerá es su propia ambición. Y ella le ofrecerá una opción, un futuro. ¿Qué será de Peter Pan, de Anarquía, si se va del País de Nunca Jamás? ¿Crecerá y se volverá un adulto? ¿O jamás dejará aquella tierra, de fantasía, de jaula, de felicidad? Nadie lo sabe. |