Carencias Materiales
Como lluvia fresca de abril, a mi mente llegan vagos recuerdos de mi infancia . mmmm….. la época en la que dio comienzo mi vida ; crecí tan solo con mi instinto animal , éste , es como una especie de inteligencia rudimentaria que permitía dirigir mis acciones sin que interviniera mi voluntad, solo contaba el afán de conservación.
En la segunda etapa de mi niñez , permanecí en un espacio terrenal árido y seco; en la Mesa de Toyahua, en un rinconcito Zacatecano ; muy cerca de Dios pero lejos de la civilización de aquellos tiempos..
Viví en una situación de pobreza extrema , donde solo satisfacía parcialmente mis necesidades alimenticias. Me bañaba una vez por semana, cuando mi madre iba a lavar la ropa en el río , ya que se carecía de agua potable ; dormía en un petate , apilada con el resto de mis hermanos; a menudo padecía “ pediculosis “ y me enfermaba de anginas, como no había ningún servicio médico, mi madre se las ingeniaba poniéndome plastas de café mezclado con manteca de cerdo en pies y cuello sujetándolas con trozos con trozos de tela de manta hasta sanar.
No había en casa una letrina para descomer, por lo tanto cada miembro de la familia marcaba su territorio. El mío , recuerdo, era atrás de la cerca, a unos cuantos pasos de la casa, y por las noches antes de acostarme, lo compartía con mi hermana mayor ; ¡ le temía a la oscuridad ¡ y a los ¡ coyotes ¡ que rondaban la casa cada noche en busca de alimento.
Mi vestimenta consistía en un calzón y un pequeño vestido que mi madre la confeccionaba de los costales de harina de trigo que salían , después que dicha harina, se convertía en el fogón en tortillas , atole y otras cosas mas. Calzaba un par de huaraches de llanta que mi padre me compraba cada año, después de levantar la cosecha del maíz.
Mis muñecas de “ trapo “ con las que jugaba , hechas por mi madre ; tenían rostros mal trazados, ojos con mirada dura , y sonrisas cristalizadas. La mueca de su rostro jamás cambiaba parecía que no me oían cuando les cantaba . ¡ Siempre calladas ¡.
Mi vida en aquel entonces era como una bonita “ fiesta “ a la que era difícil dejar; ignoraba que fuera de mi pequeño mundo existieran otras cosas; y como el que no “ conoce “ es como el que no “ ve “ . Y yo no ví fiestas de cumpleaños, ni tampoco celebré la Navidad, ni tampoco día de Reyes, día del niño y muchas mas.
Para mí la vida fue indulgencia : benigna, compasiva , complaciente , ecuánime.
Pero como nadie se queda en la “ barca “ y la vida sigue su curso, al alcanzar mis diez años de vida , nos mudamos a un pequeño poblado del estado de Jalisco que lleva por nombre Acatlán de Juarez , donde entré al mundo de la “ civilización “ , donde abunda la competitividad comercial “ el mundo del materialismo “.
Entre al mundo de la frustración ; ya que por mucho tiempo soñé con tener una muñeca de “ sololoy “, que cerrara sus ojos al dormir, que tuviera pelo largo y rubio, manos y pies movibles , con zapatos y vestidos de colores. Pero esa sueño murió junto con mi niñez.
Al paso del tiempo, a mis 22 años, en la navidad de 1981, mi madre me regaló la muñeca de mis “ sueños “ me emocioné hasta los huesos, pero mi sueño de niña ya había muerto , y todo lo que llega pasa y, ¡ mi momento había pasado ¡.
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