Desde que se empezó a difundir en los medios de comunicación que era necesario una revolución en el sistema educativo y que ésta se iba a impulsar por el gobierno de Piñera, sin importar los costos ni las alianzas políticas, se alzó con mucha fuerza la voz de los profesores, sin embargo, pareciera que la opinión pública aceptó y se quedó finalmente con el discurso de las autoridades, esto no es de extrañar dado que la cobertura de los medios de comunicación sepultaron la opinión de los maestros y de los especialistas en educación, para relevar como única y verdadera la del gobierno
Aún cuando los propios análisis de las Ues y organismos internacionales especializados en educación, se corresponden con lo que ha venido denunciando el Colegio de Profesores, en relación a esta contra reforma educacional.
Que nuestra educación pública está en decadencia y se sigue deteriorando no es novedad, pues desde 1990, es decir desde que se recupera la democracia, en la propuesta de la Concertación estaba el terminar con la mal llamada “modernización de la educación”, que había sido impulsada en la dictadura, con el consiguiente despido de miles de profesores y profesoras. Este proyecto de la dictadura consistía en descentralizar la educación pública para entregársela a los municipios y luego a Corporaciones privadas, junto con ello se instaura un nuevo sistema de financiamiento, que aún se mantiene, basado en la entrega de recursos según la asistencia media de los estudiantes, esto controlado y fiscalizado desde el Mineduc. En los hechos lo que se produjo fue un desmantelamiento del sistema educacional estatal, para entregarlo al enriquecimiento de los empresarios privados, a las leyes del mercado.
Este mecanismo de financiamiento significa para la mayoría de los municipios del país mantener gastos fijos en la administración del sistema educacional y tener entradas variables, determinadas por la asistencia de los alumnos a los establecimientos, con ello se va produciendo un desnivel y un déficit económico enorme, esto agravado porque el sistema permite entregar recursos del estado de igual forma a los particulares que a los municipios, sin que exista un control y una fiscalización enérgica sobre el destino de los recursos que se invierten. Como el mercado no es capaz de regular la competencia ni la dinámica del sistema educativo, los establecimientos particulares subvencionados han ido creciendo explosivamente, pero lamentablemente no en calidad, si no como negocio del sector privados, vendiendo un producto que no existe , es decir propaganda engañosa, que se reafirma y se proyecta de los vacíos de la ley o más bien lo que permite la Constitución heredada de Pinochet, que establece que la educación más que un derecho de todos es una opción de negocios para algunos empresarios.
La lucha tan significativa que generaron los estudiantes secundarios en el gobierno de la presidenta Bachelet, significó terminar con la Ley Orgánica Constitucional de Educación , ( LOCE), pero lo que vino en su reemplazo fue un acuerdo político entre la Concertación y la Derecha, dando paso a la Ley General de Educación, que en definitiva vino a ser un marco regulatorio para seguir ahondando las mismas políticas impulsadas por Pinochet, entonces la comunidad educativa no entiende, terminar con la LOCE y crear la LGE, que perfecciona el modelo privatizador, es decir que se pavimentó de manera conciente el camino para que el gobierno de Piñera sepultara de manera definitiva la Educación Publica.
Lo paradójico de la situación está dado por que en ninguna parte del mundo un país se desentiende de su educación pública, es un derecho social estratégico, que no puede ser confiado a privados, esto no ha ocurrido ni en EEUU, Inglaterra, Japón, Noruega, etc
Hoy por hoy no es solo la tarea de los maestros y maestras impulsar una recuperación de la educación pública, si no que es tarea de toda una sociedad conciente, que observa como hoy se quieren llevar las cosas mucho más lejos, y transformar a este país en una nación de sumisas ovejas; pues una sociedad democrática que no cuida en su interior la formación de sus nuevas generaciones, en espacios democráticos, participativos, inclusivos, reflexivos y generadores de nuevas visiones de mundo, camina amortajado a transformarse en un país de consumidores y obedientes trabajadores que no alcanzan a vislumbrar las cadenas que lo atan a su infortunio.
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