Al entrar a este santuario de los muertos,
donde yacen hoy sin vida mil personas,
al andar por sus pasillos tan desiertos,
en tu vida pasajera reflexiona.
Aquí yace la frustrada humanidad,
descansando en la más gélidas penumbras;
aquí todos hallan plano de igualdad,
salvo el lujo, o la pobreza de sus tumbas.
Aquí, el odio y los afanes, juntos cesan,
toda gloria pasajera se sepulta;
aquí, el sol, la oscuridad su faz oculta
y los hombres, a vivir jamás regresan.
¿Es posible que al entrar por este templo,
la mansión a la que todo humano va,
no medites que, cumpliéndose algún tiempo,
tú también has de partir al más allá.?
¡Y no pienses que tu fin está lejano,
si eres joven, que aún te falta envejecer!:
Nuestra vida es un cordón frágil, liviano,
que la muerte, puede trágica romper.
Haz a un lado la insensata altanería,
rompe toda conexión que te ata al vicio,
porque el hombre deberá morir un día
y llegar ante el creador en santo juicio.
No le niegues ni un placer hoy a tus ojos,
y sumerge tu alma entera en el pecado;
mas recuerda, que por todos tus antojos,
haz de ser, en otro mundo, condenado.
Si eres sabio, busca a Dios, mientras seas fuerte,
hoy que tienes juventud, ¡grande fortuna!;
mientras todo marcha bien y tienes suerte,
y la edad, aun no se ha vuelto inoportuna;
porque sabe, que mañana, en tu existencia,
se verá en gran desfavor tu resistencia,
cuando falte toda muela de la boca,
y tu vida sea fragmento de una roca.
¡Porque, hay hombre!, te diriges a un destino,
ante el cual, ya no podrás más detenerte;
al final de ese quimérico camino
que llamamos categóricos: “La muerte”
De la vida yo he entendido lo siguiente:
A la tumba nada el hombre de sí lleva,
el dinero no le sirve a donde va,
lo sensato es que dichoso coma y beba,
se conforme con los bienes que Dios da.
Hazte sabio, deja entonces de ser necio,
No le des al capital lugar primero;
porque sabe que el amor no tiene precio,
ni el cariño se consigue con dinero.
Haz el bien en tu existencia, aquí, en la tierra,
pues el tiempo, en un instante nos apresa;
porque pasa como sombra y no regresa,
el que vive en vanidades mucho yerra.
¡Hoy es tiempo de que abraces a quien quieres,
esta noche deja todos tus quehaceres
y haz a un lado lo que a tu alma desconcierta!,
no te importe que el trabajo aun no termines;
pues la muerte llegará a tocar tu puerta
cuando menos en la vida te imagines.
Hoy es tiempo de encauzar todos tus pasos,
de que enmiendes para siempre tus errores,
de que siembres, no tristezas, sino amores
y examines tus mayúsculos fracasos.
¡Hoy es tiempo de que juegues con tus niños,
que los colmes de ternura y de cariño!;
Hoy, que aún, en su fantástica bondad,
tu ternura es como un sol que luz destella;
forja en ellos positiva y noble huella
para el tiempo de la endeble ancianidad.
Reconcíliate amoroso con tu esposa
y despierta su ilusión con un detalle,
¡deja ya de discutir por cualquier cosa,
sé paciente cuando en algo ella te falle!.
Al entrar a este santuario de los muertos,
donde yacen sepultadas mil personas,
al andar por sus pasillos tan desiertos,
¡en tu vida equivocada reflexiona!.
AUTOR: ALBERTO ANGEL PEDRO.
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