Se me acerca una señora embarazada con un niño en los brazos y una maleta aparentemente pesada y me pregunta: -¿disculpe señor me permite el puesto?-, yo muy amablemente le dije: ¡NO!
La gente que iba en el bus como es de esperarse empezó a aplaudir, miraron feo a la señora, incluso algunas de la viejitas intentaron insultarla, la señora ruborizada me pidió disculpas, las cuales muy amablemente acepte.
Saque de mi maleta un libro, "Las flores de mal", y muy amablemente le pedí a la ancianita que estaba sentada a mi lado que se parara que necesitaba la silla para poner mi maleta y así poder llegar al cielo o al infierno según lo dispusiera Baudelaire, la ancianita se paro inmediatamente, lo cual yo le agradecí, abrí el libro, pero después de leer el primer verso, me pare y le dije a los pasajeros del bus: -Buenos días, serian tan amables de acomodarse en la parte trasera del bus, es que no me puedo concentrar-, y así lo hicieron, excepto por una linda mujer de escote pronunciado a la cual me acerque preguntándole la razón por la cual no se había ido a la parte trasera del bus, ella me miro con sus grandes ojos verdes y acomodándose el sostén me dijo: ¡Coma mierda!
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