Ojiva de asfalto, negra como providencia
cielo dispuesto a devorarme
me deslizo en el infinito curvo bajo los planetas
tambaleándome
mi garganta es carne de pez cociendose a infames bocanadas de agrio
a mis costados hay bránqueas hinchadas de montaña
o si me paresco más a un esperma encerando la autopista
empero un mar fecundo se desploma a risas:
barrancas parcelas senderos campanarios postales viejas cómodas peinetas muros jardines tiendas abuelas que existen muy a su propio pesar y animales cerros reducidos a cedimento de mar desfondado en cada muchacha hombre hormona y pendiente

corredores desiertos

corredores descalzos corredores dactilares corredores voladores en grutas piernas y grutas miradas y grutas
por siempre corredores grutas en miradas descalzas y dactilares, callejones por siempre voladores
pasa unas línea por entre mis oídos y dice por siempre tres veces silencio y nuevamente
esta línea se apropia de mis dedos dactilarmente digitales y acaricia el teclado con algodones redondos
la línea que siempre quise escribir:

"aleluya, aleluya!"

una trenza náutica se forma hacia las encumbraciones ya gastadas de mi máscara,
en la habitación la destejo y nace un prado nocturno,
la recojo y en mis manos brota manantial de obsidianas