si anunciaran Cataclismos en la sección de trabajo de los diarios
se acabaría mi "muerte en vida"
miro la mañana y te amo,
te invito de juerga y a bailar en el pecho del olvido
pero no,
hoy solo tengo mi tribuna,
mi corazón y mi voz son mi tribuna,
tu pecho y tus tetas que no caben en mi boca son mi ruedo
enumero para asegurarme de estar completo:
mis pensamientos liebres,
mis sentimientos látigo,
mi mi recalcitrante orgullo,
mi mí inexistencia obvia,
mis emociones garabatos sobre un papiro en llamas,
mi cama, mi soledad, mis acomplejamientos,
mi llanto incompleto y niño,
mi muerte precoz, mis tumbas,
eso! los fantasmas de mis cementerios emocionales te dan la bienvenida,
bebámonos espirituosamente, rodemos,
calentémonos las fotografías
continúo:
una ciudad vestida de luto, un nido vacío,
hinchazón de las cornisas, lentitud de bálsamo, pereza líquida,
un disparo, calla la noche, recomienzo:
te propongo una sola máxima dorada: mámame hasta la locura,
ámame por siempre, seamos oropel y luego
huyamos al retiro dormido de la muerte
te propongo una felación hasta la muerte,
ignorar los inventarios tísicos:
mis separaciones, mi niñez,
mis sienes y mi pecho reventando pulpa,
muérdeme! no temas!
ahora sé de memoria tu cuerpo, tu palpitación es la medida de mi tiempo
me replico:
felar no existe,
amar no existe,
ningún verbo es conciencia,
todas las palabras son pájaros perversos,
el cielo es negritud emponzoñada y ennegrecidos pájaros perversos,
te propongo un amor ennegrecido,
amémonos hasta reventar, te ordeno,
un disparo, calla la noche, me refuto, me lavo y me repliego
mi entraña vuelta asco te nombra,
mis pulsiones sangre te nombran como un cuervo emponzoñado
y adquiero conciencia de yo mismo ser una mamada,
caigamos de la cama,
te prometo, te hiero, te extraño,
crucemos puentes pintados de rojo,
fajemos en el atardecer, hagamos el amor en la tormenta,
muérdeme, sangra conmigo, vete, estoy cansado, roto, satisfecho,
te extraño, déjame abarcarte de la cintura a la inconsciencia,
quiéreme, desaparece, juega conmigo,
mesúrame, desbócame,
escribo en la puerta enloquecida de mi casa
inclino la cabeza hacia el borde de la cama,
miro un retrato de mi mismo vuelto anciano:
tengo un lapicito negro y culpa,
hago monitos de palo en la pared de una celda,
converso con ellos, me contrarían,
escupo en su cara de muro, me miro de joven y me digo:
no hay aires,
no hay futuros,
solo hay una soledad gritona,
una jaula tres veces arrepentimiento
una mancha se quita la falda
me subyuga
la idolatro
ruedo la media tarde,
me desquebrajo,
las fieras de mi alma dibujan fieras y las manchan de sangre,
mi pecho revienta, pinta un clavel inmóvil en el aire,
al instante me barro con el aire hecho cenizas,
me acompaña mi decadencia, mi soledad me muerde las manos,
tiemblo frenético, me desmadro, como si dijera me des-amo,
se me acaba el orden, se me quita el dueño, se me hierve la cosmogonía y me evaporo,
soy un ojo con una catarata ennegrecida por mi eyaculación precaria
mis muelas son bastiones,
mis huellas son palestras incompletas donde sangra la fealdad su tinta
no/hablo contigo y un bajo reverbera en las cuatro paredes de mi cuerpo,
soy un cubo, soy una pirámide, soy un obelisco,
soy un reloj enloquecido,
tu nombre se atora entre mis nervios,
sangro enloquecido, enceguezco, mi aliento se aleja enmudeciendo,
rabia, dispersión, anhelo, fuegos simbólicos de mi postura,
soy un punto ambiguo entre el remate y la angustia,
mi fortaleza se dilata, me ladra, me abandona,
un malparto de cobra
un alacrán de nostalgia
ahora está claro, soy varios y ya no habrá nosotros
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