En la contracara del disco hay una imagen retro de una chica de los años 50’s (la misma década en la que yo nací), tiene un vestido rosa pálido de grandes holanes, está sonriendo y con discreción sostiene entre sus manos una botella de cerveza, ofreciéndola sugestivamente. Los labios son delgados pero sensuales, y la mirada, dirigida totalmente a mí. Mientras escucho la música, la chica deja su lugar y se sienta junto a mí, pareciera también escuchar atenta la música. Me exige una cerveza y le paso la que tengo sosteniendo en mi mano, miro su rostro, respondo torpemente a su sonrisa, y lentamente me voy hundiendo en este marasmo en el que tiempo y espacio se van comprimiendo, hablar lento y arrastrado, confusión en los sentidos. Inmensidad y profundidad, lejanía en los recuerdos, ansiedad en el pecho. Un intenso dolor de cabeza, la lengua reseca, los ojos con las pupilas dilatadas, la nausea y el mareo, el temblor fino de mis manos, de mis piernas, de mi cuerpo entero. ! Nunca más volveré a probar eso¡, alcanzo a pensar. A mi lado el frasco con las pastillas que han rodado por el suelo, y el pozo oscuro por el que lentamente voy desapareciendo. |