El llanto de al noche me aburre, no es la primera persona muerta del día y eso que el turno apenas comienza, algo me dice que este será uno de esos días. Su vieja y sus chamacos lloran a los pies del pobre infeliz que se calló de la azotea. Solo un imbécil, se pondría a componer los fusibles en plena lluvia.
Mis zapatos están manchados de lodo, al menos este no sangró, no me manchare tanto. Los paramédicos tardan una hora en llegar, para entonces el tieso ya esta más que tieso, bien por ellos, algún día también necesitarán de ayuda, que importa. Dos jóvenes bajan de la ambulancia y se acercan al cadáver, tocan su cuello y dictaminan que el paciente ha muerto, sin duda el diagnóstico era algo complicado. Levantan el cuerpo y lo trepan a la ambulancia, mientras lo van subiendo me acerco a él, me abro paso en medio de los espectadores y tomo un pie del muertito. Los paramédicos cierran las puertas y en ese momento le doy un tirón para bajarlo.
La ambulancia se aleja con un electrocutado, y yo camino de la mano con un alma espantada.