Hay un mandato tácito que obliga amar el mar.
Está en las bocas de los célebres literatos del antiguo milenio.
El mar
con su sonido apocalíptico
se me antoja una boca que ruge por comida.
Para qué salmodiar a las ninfas
si no existen.
Por qué apegarse al cántico preciosista
de las musas del pasado siglo.
Hay algo que se escapa al fondo de estas líneas
que se va con el agua
que retrocede
salitrosa.
Tal vez se odie lo único que se logra conocer.
Texto agregado el 15-02-2011, y leído por 103
visitantes. (6 votos)
Lectores Opinan
15-02-2011
Muy interesante, sugerente... invita a la reflexión, y sobre todo deleita!!!!! Serjio
15-02-2011
Eso me hace pensar mucho en mis relaciones distantes con el mar que amo, y en las ex relaciones catastróficas con algunos que llegue a conocer lo suficiente para odiar Wenl
15-02-2011
Muy bueno;las pausas,la extencion de las lineas.Me encanto casiopea_lamborghini
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