Aquellas no son cartas de verano, simplemente cartas, sin sentimiento sin alma y sin vida. Opacas por la tinta de aquel lápiz desgastado. Alma seca y disgustada con su entorno… esta es mi descripción clara del correo que últimamente está llegando a mi buzón… no buzón electrónico sino el que está afuera, en mi jardín.
Aunque no se detalla quien me envía estas hojas, puedo notar que no es cualquiera, debe ser un alguien único, redactar de tal forma de no darme tiempo de responder no lo hace cualquiera, es como si estuviéramos hablando en persona, sin embargo, esta característica hace que sus cartas pierdan la calidez… son mas bien preguntas protocolares, es decir, ni te importa ni te interesa lo que te respondan (¿Cómo estás?-¿Cómo están por tu casa?-¿Cómo esta la salud?), sin dejar afuera el color negro tinta forzado en la hoja, hoja arrugada y manchada por el maltrato, pero aún así una letra legible, legible pero que no describe como se siente este amigo escritor.
Decidido a encarar a este escritor carente de pasión, me posé en mi ventana a esperar el ansiado momento en que este último depositara en mi buzón una nueva carta escrita a mí. Después de unas horas me aburrí, dormí una siesta. Al despertar, mi madre dejaba la correspondencia en la mesa del comedor, y que creen? Ahí estaba la ansiada carta color amarillo pálido con mi nombre en letras grandes con ese negro tinta desgastado, al abrir y leerla, me fijaba en las mismas preguntas que tanto odio me causan y también en un párrafo largo y denso pero que decía poco, en resumidas palabras: no busques lo que nunca haz perdido.
Creo que después de esto mi vida se transforma en un autentico Thriller Psicológico. Es así como salí a la calle gritando por una explicación, pero no escuchaba nada solo risas y burlas de los chicos del barrio, al volver a mi casa notaba que goteaba algo de mi bolsillo del pantalón, no era nada importante, solo un inservible lápiz que le quedaba poca tinta negra. |