Picado fino. Ultimo tren a Bologna, el anarquista Pirelli cae desde una ventana, se desangra en el asfalto, sangre, sangre, sangre, y las risotadas policiales. El tren a Bologna estalla por las bombas de los fascistas. El anarquista Pirelli se desangra y las preocupaciones policiales son la única y verídica construcción de la escena. La verdad tiene varias caras: es un informe policial, es un noticiario, es una filosofía del estado, es una virtud teologal, es una lengua impuesta, es una negación de lo existente, es un acto de fe, es un principio de la razón, es un monstruo parido por el sentido común, es una gacetilla de prensa, es un mimeografo clandestino en la era de internet, es un chisme sobre la vida privada, es la dulce perversión de los cuerpos,
es una rosa,
es una rosa,
es una rosa
¿es una rosa?
Rosas rojas en la tumba del anarquista Pirelli enterrado al canto de hijos del pueblo (¡cerdo burgués, atrás, atrás!). El informe avala la teoría del suicidio. Anarquista sanguinario, amante de la sangre se mata por culpa.
Es la pasión de cristo en la cruz
la cruz de los hombres en cristo,
el hombre crucificado por cristo,
cristo es la cruz del hombre,
Cristo es la bomba volando el tren de Bologna. Un cura fascista disparando desde su campanario a la chusma roja (tararea entre dientes, ¡de cara al sol con las camisas negras!). Un stalinista disparando en la nuca de Durruti, de Nin, de Bujarin, de Ignace Reiss, de Rudolf Klement. Mientras Molotov estrecha las manos de von Ribbentrop, bebe vodka y divide Polonia donde los judíos de Varsovia van a resistir hasta la muerte. Como la muerte de Pirelli sangrando contra el piso, enterrado entre rosas rojas y la nuca de Durruti se abre cuando la bala lo atraviesa
y el mundo nuevo en el corazón
se derrumba
por la bala
de los “camaradas”
Dario Fo lo dijo mejor en su muerte accidental de un anarquista, Pirelli, desangrado, ácrata, desarrapado, paria de la historia y las revoluciones olvidadas. |