Sólo bastó el calor de tu rostro cerca del mío, pensando que querías ver algún detalle de mi cara, más de cerca, pero tu cercanía se topó con mi boca; sentí el sabor dulce, las ganas de seguir, mis preguntas intermitentes acerca de lo que sucedía, en plena calle ante la vista del pavimento y los sonoros fierros de la maquinaria ciudadana, interrumpidos por el ojo humano de vez en cuando; de haber tenido que tomar una decisión, no me muevo de ahí, de tu lado, ni despego mi mano de tu piel, oculta bajo la ropa.
Luego tu cuerpo se transforma en aquella intimidad desconocida, te representas por medio de él, te recubres del soplo amargo de la ansiedad para buscar la significación del poder construido efusivamente en una manifestación callejera.
Cierro los ojos en señal de gratitud, implorando que cada minuto esté por sobre la mirada del ojo humano que aún admira nuestras siluetas desde las azoteas.
Aquellos cuerpos amenazantes se perfilan aún de noche delineados, tras la huella del deseo, cuerpos como sombras errantes enredados en las hiedras de una vieja plazuela durante el apogeo de una fiesta, transformándose en cada instante en la infinitud de veces que eres tú mismo.
Nuestras bocas comienzan a devenir en este río convertido en fatalidad temblorosa argumentando situaciones equívocas a favor de un mito oscuro, sucio, incorregible, replegado en sí mismo, y guardado bajo candados, cuyas llaves han sido percudidas por la historia de la ciudad.
La causalidad ha emergido en el instante preciso en que nos preguntamos que hacemos aquí, lejos del cuerpo social, de cualquier identidad asumida en nuestros cuerpos, forjada en nuestras mentes tan frágiles y tristes.
Y allí se va él,el lobo,el extraño, el eterno.
Me acuerdo y punto...de pronto te imagino cruzando la calle; con paso seguro te acercas y me saludas, me enfrento a tu cara y me acuerdo de algunas cosas que nunca fueron dichas de frente, de tu desaparición, de esa etapa que lograste iniciar en mi vida, de abrir un grifo del cual nunca te hiciste cargo, y veo tu cara...la piel...las palabras..
En fin, ahora me doy cuenta de lo difícil que es no revelarte estas líneas, no puedo escribir sin preocuparme, sin que la melancolía inunde tus reflejos en el espejo de mis sueños, tratando de poseer todos los espacios que existen entre tu y la finitud.
Creo que no habrán máscaras, no más como la tuya al menos; es extraño sentir tu ausencia sin haberte tenido nunca, Sólo asumiré que esta cara, que imagino volteando luego de sonreir, luego de recordar; volteará al mismo tiempo que la tuya, esquivará tu cuerpo y tu mirada oculta tras tus ojos; seguirá cada una su camino, adquiriendo, al menos yo, la amnesia típica respecto a ti, bajo la luz de este día, sobre este texto, luz que proviene del reflejo de los vidrios de los edificios que he recorrido mientras escribo esto.
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