Esa noche hacia frio, un frio que helaba hasta los huesos, la tristeza me embargaba, solo tu recuerdo me reconfortaba, saber que había tanto amor, tantos proyectos, tantas locuras inconclusa que quedaron por hacer pero que las circunstancias nos lo impedía, eso me llenaba de frustración, no era tu culpa, ni la mía, solo el amor que nos llego a destiempo.
La soledad, mi compañera desde hace un rato, me aconsejo que te buscara, no se como, ni en que forma, pero de tanto añorarte, necesitarte y extrañarte llegue a tu lado, no recuerdo que camino tome o cuanto camine, solo se que de pronto estaba allí, era un cuarto oscuro, con ventanas blancas, cortinas largas, traslucidas que llegaban al suelo, el viento que entraba las hacia mover, de una forma lenta, suave, como acariciándolas, tú, sentado en una silla, frente a la ventana con la mirada perdida en una inmensa tristeza, no me atreví a preguntarte el por que, ni siguiera emití sonido, me acerque lentamente para sorprenderte, me arrodille frente a ti sonriendo, pero no hiciste ningún gesto, seguías inmóvil, viendo al infinito con lagrimas en los ojos, no entendía pero insistí, te entregue un beso dulce y tierno, de esos que dicen te amo sin palabras, pero no reaccionaste, pase mi mano por tu cara, con esa caricia cómplice, esa manera de decirnos uno a otro con un gesto, que nos pertenecíamos, esa forma que solo tu y yo conocíamos, pero ni te inmutaste, me desespere, grite, llore, te bese desesperadamente, no entendía porque no me mirabas, tu mirada continuaba perdida, tus lagrimas rodaban por tus mejillas, me pare frente a ti para poner mi rostro frente al tuyo y cruzar tu mirada con la mía, pero fue inútil, tu mirada me atravesó, fue cuando comprendí que no estaba allí… yo había muerto!!!