Nunca quise mirar hacia atrás… Luego de años en este planeta uno se siente extraño o ajeno a muchas de las cosas que ha vivido… Mis manos y piernas están duras y flacas como carrizos enrolladas de pellejo. Mi piel es como la piel de las iguanas. Mi cabello no está más, tan solo el brillo del cuero cabelludo y manchas cancerígenas que adornan estos tiempos, volviéndome un ser de cabeza interesante. Dicen que me he encogido, que duermo mucho, que como poco, que la tristeza sella mi alma… La verdad es que nada importa, tan solo espero la llegada de la frescura en cualquiera de sus formas… Amo la vida como si fuera todo o lo más esencial. Cuando mis amigos se mueren, el temor hacia lo ignoto hace presa de mí, pero, por breves momentos… Ya no lloro. Más bien, la siento más cerca. La otra vez estuve en lecho de muerte de uno de mis peores amigos… El me llamó y dijo: ¡perdón!... Porqué, respondí. Hablaba tan bajito que tuve que acercarme hasta sus labios, y escuché algo hermoso… Me dijo que ya no teme a la muerte, mas bien, se siente mal por no haber amado más… Le dije que siempre le recordaría. El sonrió y luego, quedó así, con esa mueca seca, sonriendo a la eternidad… Me fui de aquel lugar lleno de silencio en toda mi alma. Caminé hasta llegar a mi cuarto. Abrí la puerta y entré. Una mujer estaba echada en mi cama. ¿Eres tú?, pregunté. Se paró y yo empecé a desmayarme, como si no pesara ni un gramo. Era como un sueño lleno de nebulosa. Me faltaba aire y no quise dormir. Aspiré muy fuerte, arriba y abajo… Me así de aquello y sentí como una mano dulce me llevaba hacia un lugar donde no había sol pero brillaba todo lo que me rodeaba… ¿Es el cielo?, pregunté. Miles de imágenes pasaron por mis ojos, miles, miles, y todas llenas de sonidos y colores… Estoy muriendo, pensé y me relajé más… Cerré los ojos y los murmullos seguían. Cuando los abrí, estaba tirado en la puerta de mi cuarto. Me paré y vi mi cama. No había mujer ni nada más que el silencio… Por un instante tuve todas las respuestas y cada una de ellas brotaba dentro de mí, así como la luz que disipa las tinieblas… Fue hermoso. Me eché en mi cama y soñé con la misma mujer. Tengo todo, le dije. Ella sonrió y se fue como si tuviera mucha prisa… Yo seguí soñando, así como cuando escuchas algo hermoso dentro de un salón, en total soledad…
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