Mientras apago un cigarro
la ciudad duerme sin que yo lo haya conseguido
un vaso de ron abraza mi garganta y en la lengua deja su partida, un beso de entrada y la nostalgia de su caricia
una cancion en la radio que no me gustaba ni la queria, ahora la aprecio como el canto de la Callas o un matecito de tardecita, y veo que mi vida, empieza a irse en instantes tan cortos que quisiera poder aprisionar todos las sensaciones de mi estrecha realidad, pero cuan pequeña es la mano para un fardo de trigo, el deseo puede cargar mas que un solo segundo satisfecho, tan infelices de querer tanto y merecer nada, si aqui y solo aqui, se esta tan bien y se es tan feliz.