VOLVER EN PRIMAVERA
“…como las hojas, que se mueren en otoño y regresan sin memoria…”
Cuando la vi, me quedé sorprendido y dudé que fuera ella. Hacía muchos años que no la veía y la imagen que yo retenía distaba mucho de la que tenía ahora frente a mí, no la conocía con esa juventud radiante y arrolladora. Pero sin dudas era ella. La observaba cada día y pude descubrir su sonrisa, sus gestos y algunas mañas que tuvo desde siempre, como la de acomodarse el aro en la oreja constantemente. Cada vez que la tenía en frente me preguntaba si podía ser verdad, y como dándole esperanzas a mi corazón atormentado, me decía que sí.
Nunca lo creería si esto no me pasaba, si alguien lo hubiera contado me habría reído, por eso no se lo dije a nadie. Con que yo supiera quien era, bastaba. Fue tan terrible cuando la perdí, que no podía creer que ahora estaba tan cerca de mí. Jamás me recuperé realmente, creo que nadie en esta situación lo logra. Aunque tenía mis dudas, no creía que esto pudiera suceder. Hay muchos que sí lo creen, es más, lo pregonan y lo enseñan. Yo prefiero no decir nada para que no me llamen loco, con disfrutar su presencia me basta.
Pero ahora me tengo que ir. Hace poco más de un mes me llegó la notificación de mi jubilación. Y aquí todo se acaba. Voy a disfrutar de los últimos años de mi vida, quien sabe si yo volveré en primavera. Me voy a ocupar de dejar señales para mi vuelta, marcas imborrables, como el amor, para que le dé una pista a mi regreso. Tal vez pueda volver pronto, o quizás lo haga en un lugar distante, tanto que las marcas que haya dejado no sirvan para nada, talvez me quede suspendido en el tiempo y mi primavera florezca demasiado tarde.
Recuerdo que cuando se fue me preguntaba si esta situación podía darse, si sería factible que estuviera en algún lugar, ya sea cerca o distante y aseguraba que si lo supiera la buscaría hasta donde fuera necesario, pero ¿cómo saberlo? La muerte es siempre un gran misterio.
¡Que hermoso sería que volviera a la familia de alguna forma! Tan sólo para tenerla cerca, aunque no le confesara la verdad, lo que había descubierto, sería bueno que esté otra vez entre nosotros. Pero es inútil, las hojas en primavera regresan sin memoria.
Me miraba con curiosidad porque sabía que yo la estudiaba y logré que nuestra fría relación de trabajo fuera más amena y afectiva, pero ella no recordaba y yo no me atrevía a decirle lo que creía, me hubiera tildado de loco.
Recogí mis cosas de a poco, fui llevándolas a casa día a día y hasta creo que se consternó con esta inminente partida.
Hoy es el último día, tengo en el pecho un nudo muy grande que me ahoga; otra vez separarnos, ahora que la recuperé debo abandonarla, a mí me bastaba con verla, tanto la había amado, tanto sufrí cuando la perdí que no podía resignarme.
Me dirigí hacia ella y le tendí la mano, que tomó levantándose de la silla, la puse frente a mí, le tomé el rostro con las manos y la besé en la frente con ternura;
—Te amo, — le susurré —toda la vida te voy a amar… — y la dejé. Definitivamente. No le dije “mamá “, porque no lo hubiera entendido
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