Una amistad no estaría tan mal, de cualquier forma es tu presencia la que satisface cierto pentagrama de alguna de mis melodías. Pero qué más da, qué más da si pensé que serias diferente, que quizá por ser más viejo, más “sabio” entonces entenderías la complejidad de mis suspiros, o ¿acaso eso fue lo que te ahuyento?, el miedo e impotencia de no poder superar esas tres horas huecas y malévolas, que me mantienen temporalmente cautiva, lejos de tu escudo. Ó ¿Qué ha sucedido? tu carne fue débil y cedió ante otros brazos ajenos, y aun asi, en espera a que, a pesar de todo, mis brazos te reciban de la misma manera, cuando tu cinismo fue tan torpe, al pensarlo, al pedirme un beso. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué has hecho con esa imagen tan dulce y perfecta que tenia de ti, que esperabas que sucediera, no logro comprenderlo. Mi ingenuidad no alcanza esa barda ubicada medio del mar con todas tus respuestas y me es difícil explicártelo, pues en el momento de expresión, el coraje disfrazado con una sonrisa nerviosa hace que mis palabras se desordenen.
Pensé que serias más fuerte, que desencanto, pensé que serias más sensato, aunque de eso no se mucho, esperaba más, esperaba que llegase a ser algo real, no solo un deseo que a diario ronda en los confines de mi ser, esperando a ser liberado, me siento merma de vez en cuando, al pensar que podrías ser tu el guerrero que lograse su libertad.

Pero, qué más da, antes que nada soy tu amiga y eso no cambiara, las ventanas volverán a cerrarse y será otro guerrero el que logre su libertad.