Sé lo que piensan tus manos cuando no me aman,
Sé lo que sienten tus ojos cuando no me tocan,

En esos momentos de austera desesperanza,
De nado ilusorio contracorriente,
De busca risible por tu aliento,

Cuando siendo todo menos uno,
Siento el derrumbe de un recuerdo,
Un añejo deseo de otredad arrebatada en mi espalda.

Subo de escalafón y soy ella,
Que sabe de tu tristeza y le parece estúpida,
Conoce tu desamor, lo juzga vanidoso.

Pero me hundo en las volátiles arenas del orgullo.
Asfixiada de opresión regreso un estrato menos,
Sintiéndome más dos, faltándome uno.

Los azares de la madrugada aconsejan
Surreales caminos, los ubico.

Los Oniros proyectan en mi cielo,
Todo el marrón de tu respiración cubriéndome.

Mil girasoles hacen gala de fugaces,
Dulces fresas calman la sed la memoria,
Y una pareja de clásico negro converse(a) en una esquina.

Y sin embargo las galimatías de tu ser son ofensivas,
Inquietante tu cara de manejo,
Frustrante tu gélida obsesión de mudarte de mi
En cualquier instante, sin menos con más, quizá.

Regresa la otredad reivindicada en su delirio,
En los lejanos momentos en que escarbas los recovecos,
En los efímeros días de manos fundidas,

El filme avanza confusión de trama,
Desolación actor principal, manos que no aman,
Ojos que no tocan, parece un remake.

Y me borran los colores el destino,
Te vas.
Permanezco en un estadio más llano de locura.
Me quedo.
Desesperado trajinar de ideas a galope.
Entonces, el rocoso teclear neuronal,
Mi vida, me deja en este punto, siento todo
No sé nada, como premisa, como exclusiva nota.

De portada mis gotas de cristal, rotas
En este momento hipnotizada.
Mis huellas dactilares tocan magma de tu infierno.

Parecen dispersas las cuentas de un contrato,
Jamás firmado, ni reclamado.
Se mece sola la hamaca en un gran árbol,
Desdibujado en tu memoria,
En el mismo espacio del pan francés,
Donde caminaste sobre cuentos no leídos.

Y sin embargo…
Lo que sigue, lo que deseas, lo que importa
No lo diré.