LA CHICA DE LA BUFANDA
Era el comienzo de un nuevo año académico en la escuela secundaria, algunos estudiantes empezaban con expectativas de aprender, otros (quizás la mayoría) contando los días para que terminara el año. Pero hay algo que siempre intriga a los estudiantes: ¿Habrá algún alumno nuevo este año?
Pues para ésta escuela si era el caso, entraron exactamente diez nuevos estudiantes, pero hubo una chica en particular que causó la envidia de las mujeres y la alegría de los hombres. Era una joven de ojos azules, una piel blanca, pero no era un blanco pálido, era el blanco de las nubes, además tenía un hermoso cabello negro ondulado como el mismo océano. Era una adolescente verdaderamente hermosa. Había algo particular en esta nueva chica, llevaba consigo una bufanda, que siempre cubría desde su labio inferior hasta la totalidad de su cuello. La joven no tardó en ganar popularidad entre los hombres de la escuela, llegó al punto de convertirse en la más asediada de todas.
Era realmente particular que nunca se quitara la bufanda, incluso la llevaba puesta en la clase de deportes, además nunca llevaba blusas con escote, era increíble que en los calurosos días de verano, ésta joven soportaba el calor cual camellos en el desierto. Además, nunca se le vio con una bufanda repetida, al parecer tenía gran variedad para ponerse una bufanda cada día del año.
Pasó el tiempo, los chicos comenzaron a acercársele, a coquetear; caían ante ella como los buitres ante la carroña, era quizás la más hermosa mujer que había ido a ésta escuela. Pero la muchacha era más difícil de lo que parecía. Hasta que un día se acercó a ella un joven, era el estereotipado galán de colegio, con el que todas las chicas quieren estar, y para su suerte, al parecer la chicha de la bufanda también estaba interesada en él, concretaron una cita para ese mismo día en la noche.
La joven estaba verdaderamente hermosa, para esta ocasión su bufanda era de color negro, con una que otra brillantina, como siempre llevaba su blusa que la cubría bastante. Fueron a un restaurante de la ciudad. ¡Qué habilidad tenía esta mujer con su bufanda! Ni si quiera en el momento de comer se la quitó, y no quedó rastro de comida en ésta.
-Hace calor aquí-dijo él- ¿por qué no quitas esa bufanda?
-Porque la necesito-contestó ella-y no me preguntes por qué, simplemente la necesito.
No siguieron a tocar el tema, la noche fue fantástica, y él la llevó a su casa, al momento de despedirse, le robó un beso, y para su suerte, ella lo correspondió.
Ya la envidia de las mujeres de la escuela, estaba al máximo, querían cobrarle a la chica nueva el hecho de haberles arrebatado su “trofeo”, ya tenían un plan para jugarle una broma que resultaría mucho más pesada de lo que ellas creían.
Estaban en la clase de deportes, la chica de la bufanda llevaba esta vez una bufanda rosa en su totalidad, estaban trotando alrededor de la cancha de futbol; el chico con el que había salido estaba jugando un partido y las miradas eran muy frecuentes. Las chichas envidiosas ya estaban en sus posiciones para su plan. Una de ellas, la rubia, se colocó detrás de la chica de la bufanda, mientras que otra tensaba una cuerda que habían atado a una de las arquerías, la chica de la bufando no advirtió la cuerda y sus pies se enredaron, cayó al suelo, inmediatamente la chica rubia, tomó la camisa de la joven que yacía en el suelo, la haló hacia arriba arrebatándole al mismo tiempo la bufanda. Todas las miradas ahora estaban sobre la chica de la bufanda, pero en este caso ya no era la chica de la bufanda, era la chica de las cicatrices. Sin su camisa y su bufanda, la belleza de la chica se veía opacada ante los ojos de los estudiantes, desde su labio inferior comenzaba una gran cicatriz, que cubría todo su cuello y lo que se alcanzaba a ver de su busto también estaba afectado por la marca, su abdomen y su ombligo se escondían detrás de una gran cicatriz. Ahora las chicas malvadas no tenían envidia de su hermosura sino que se burlaban de su cicatriz; los chicos ya no admiraban y se deleitaban de su bello rostro, sino que sentían lástima por ella.
La chica de la cicatriz estaba conmocionada, la broma había resultado bastante devastadora, un maestro llegó y calmó la situación, habría represiones para las chicas malvadas.
La chica de la cicatriz, volvió al día siguiente a su escuela, pero ésta vez ya no tenía bufanda, ya no tenía sentido, era valiente dar la cara a las chicas malvadas y a la escuela entera.
Se acercó el chico con el que había salido hace dos días, al parecer tenía algo que decirle.
-Creo que fue un error haber salido- dijo él
-Ha de ser por mis cicatrices, seguro te da vergüenza que te vean conmigo-replicó ella
-Pues tienes razón-dijo él-tengo una reputación y no la voy a echar a perder por salir con un fenómeno
La chica de las cicatrices se echó a llorar, y a gritar contra el mundo, no quería tener cicatrices, quería ser hermosa, quería verse hermosa.
La chicha de las cicatrices se distrajo por un sonido de una campana, “seguro es la campana de la escuela”, pensó en su rabia y desesperación, pero no, no era la campana de la escuela. Todo se desvaneció ante sus ojos, el chico con el que había salido, las chicas malvadas, los maestros, todo desapareció, cerró sus ojos con mucha fuerza, luego los volvió a abrir y se dio cuenta que había despertado, su despertador había perturbado el sueño. Estaba asustada, sudando frio, se levantó inmediatamente de su cama, y corrió al gran tocador que tenía en su habitación, se miró al espejo y todo estaba en orden, sus ojos azules, su cabello negro y ondulado, y su labio, su cuello, su busto y su abdomen eran de una tez perfectamente blanca sin mancha ni cicatriz alguna.
Para su fortuna la chicha de la bufanda aún seguía sumergida en su falso mundo plástico.
FIN
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