No seas bobo

Volvía de uno de los habituales entrenamientos diarios. Había trotado durante diecisiete kilómetros y me agaché para atarme los cordones de la zapatilla. Por el cansancio no advertí su presencia hasta que estuvo a dos metros de distancia. Sonrisa mediante dijo:
- Gracias a Dios que puedes correr. Quizas, deberías agradecerle al señor.
- ¿Cómo? Y ¿Porqué? Le dije.
Interpretó cabalmente el orden de las preguntas y acotó:
- Orando. Con esto respondió la primera, para la segunda dijo:
- Porque tienes dos piernas fuertes y un corazon sano, que te permiten entrenarte sin inconvenientes.
Ya incorporado y mas cerca del interlocutor desconocido, le contesté:
- Pensaba que las piernas, el corazón y el resto de los órganos se los debía a mis progenitores y en última instancia a la especie misma (homo sapiens), pues todos tienen la misma distribución, cantidad y calidad de órganos y miembros.
Un poco contrariado por mi respuesta, e intentando dar la mejor respuesta, sin perder su simpatía, me dijo:
- Pero podrías haber nacido sin piernas, o haberlas perdido en un accidente. Por eso debes darle gracias a Dios.
Como tantas veces, cansado de escucharles (a los creyentes) las mismas razones para dar gracias, o agradecer lo obvio y natural, le dije, sin el menor interes de ser agradable o simpático:
- No creo necesario agradecer por las cosas que todos tienen. Por el contrario –le fui diciendo- ¿Qué debería hacer si hubiese nacido sin piernas? Acaso: ¿Tambien debería agradecerle o putear diariamente a ese Hijo de Puta que me condenó a vivir minusválido?
Titubeo un poco por el tono y el contenido de mi respuesta, pero sin borrar la sonrisa intentó contestarme, siguiendo el mismo argumento de los supersticiosos que tienen pánico de hablar mal de ese dios castigador y malvado que han concebido en sus mentes. Entrecortadamente fue diciendo:
- Bueno… pero… La bondad del señor es tan inmensa… que te hubiese permitido estar vivo… aún sin piernas… y eso sería una prueba que te pone para que reconozcas su grandeza y potestad. Porque si escuchas su palabra, sabrás que te tiene reservado un lugar en el paraíso, para que puedas disfrutar de su compañía y la de todos tus seres queridos.
Algunas cosas me producen irritación, pero lo que con seguridad me provoca exasperación, es la irracionalidad de las respuestas de los creyentes. Es tan insostenible el paraíso, como la compañía de los seres queridos y todo cuánto argumentan para sostener la idea de dios.
Ya sin deseos de mantener esta conversación insustancial, comencé a trotar y sin mirarlo, simplemente, a modo de despedida, le dije:
- No seas bobo... Chao.